jueves, 2 de febrero de 2012

Hacia una tipología de las organizaciones de la sociedad civil

Por Daniel Arroyo


Frente a las grandes transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales transcurridas en los últimos años, se ha complejizado la comprensión y explicación de muchos de los procesos sociales contemporáneos. En este marco, la noción de Sociedad civil debe analizarse teniendo en cuenta dichos acontecimientos y, en particular, el debate en numerosos ámbitos académicos, políticos y periodísticos. En el caso de la Argentina en particular, muchos investigadores han analizado los cambios estructurales generados en los últimos años como uno de los factores causales de la revalorización de la Sociedad civil, a partir de cambios en la acción colectiva, dando lugar al surgimiento de nuevos modos de lucha y resistencia y a la constitución de nuevos sujetos sociales que canalizan demandas de los ciudadanos.
Si antes la interacción Estado-Sociedad civil se daba con preeminencia del primero por sobre la segunda, aglutinando las demandas homogéneas y generales (como por ejemplo los sindicatos), la nueva vinculación lo hace a partir de organizaciones con demandas muy puntuales (como por ejemplo, las organizaciones no gubernamentales).
Además de la consideración de las estructuras sindicales, se puede partir de la base de que las “nuevas” formas de organización se establecen a partir de dos dimensiones: en primer lugar, la movilización en torno a reclamos vinculados a la realidad social y en segundo lugar, la organización en función de reclamos o demandas que derivan del ámbito territorial hasta la defensa de temas específicos.
Así, pueden caracterizarse distintos tipos de organizaciones surgidas de la sociedad civil:
• Organización Territorial
• Organización Temática
• Organizaciones de Apoyo u ONG’S
• Movimientos piqueteros
• Movimientos “Flash”
• Movimientos reivindicativos de derechos
• Movimientos de calidad de vida


La constitución de modos de protesta distintos como piqueteros o movimientos de desocupados marca una manera de hacer público el conflicto social y de mostrar la realidad de los sectores postergados. En muchos casos, su forma de protesta es percibida (mediatizada) por gran parte de los sectores urbanos como incompatible con sus propios intereses. Si bien su estrategia se dispone en base a organizaciones de tipo horizontal y con débiles lazos burocráticos, la mayoría de los casos se relacionan con el Estado Nacional o Provincial.
En los últimos años, el movimiento piquetero ha perdido su hegemonía como principal actor de la protesta social. Esto puede entenderse, en parte, porque muchos movimientos se han reconvertido productivamente en su base en cooperativas de vivienda u otros tipos de organizaciones vinculadas a la economía social. Otros se han integrando a los gobiernos, gestionando políticas o agencias públicas como por ejemplo: la Federación de Tierra y Vivienda FTV, Barrios de pie, Libres del Sur, Movimiento Evita, etc.
Las organizaciones de base tienen como objetivo prioritario la resolución de problemas de orden local; pueden visualizarse en espacios territoriales, donde predominan diferentes estratos sociales pero en todos los casos el objetivo es lograr mejoras en cada localidad. Estas organizaciones tienen un entramado de relaciones muy cotidiano con el gobierno municipal y generalmente aparecen bajo la denominación de uniones o juntas vecinales. Muchas de estas instituciones están formadas por ex militantes políticos que no siempre logran marcar diferencias claras entre el espacio de lo gubernamental y el social.
Las organizaciones de apoyo (que generalmente son las consideradas como ONG´s) son instituciones voluntarias formadas principalmente por profesionales que tienen por objetivo prestar apoyo económico, asistencia técnica o capacitación a otras instituciones o a la comunidad. En los últimos años, estas actividades han sido acompañadas por el Estado y se puede hablar en muchos casos de co-gestión.
Esto es así porque las entidades responden más a una lógica institucional general que a un problema territorial. El ejemplo más extendido en la Argentina es el de Cáritas, una institución que tiene una importante presencia territorial en cada parroquia pero el objetivo final es el de reducir los niveles de pobreza e indigencia, a través de la participación activa en las políticas sociales.
Otro tipo de acción colectiva, muy característica de la actualidad son los denominados movimientos flash de corta duración y en muchos casos monotemáticos: falta de pavimento, polución contaminante, falta de espacios verdes o seguridad. En general, estas acciones parten de iniciativas puntuales y específicas. En muchos casos su organización es débil y se desestructura con el paso del tiempo. Por ejemplo, si en una manzana los vecinos se ponen de acuerdo en que se necesita la instalación de un semáforo, posiblemente todos se movilicen para lograrlo, buscando tener presencia de los medios de comunicación. Si finalmente el gobierno atiende la demanda, el movimiento se desarma instantáneamente. Si en un primer momento, estos movimientos pueden surgir como “flash”, en otra instancia pueden “reinventarse” hacia organizaciones de mayor perdurabilidad con objetivos y motivos de subsistencia más elaborados que en un principio, y llegar a conformarse como movimientos reivindicativos. Tal es el caso de los movimientos en contra de la inseguridad o de diferentes personas que luchan contra crímenes impunes, que han creado organizaciones no gubernamentales o fundaciones.
Los movimientos de calidad de vida se vinculan a cuestiones que están fuera de la obtención de “bienes económicos”. Así, por ejemplo, los movimientos ecologistas y de consumidores son un ejemplo de dicho ámbito. En cuanto al primer movimiento, se observa una revalorización de la temática como así también una jerarquización en la agenda pública. Por otra parte, tiene mayor capacidad de articular con otras protestas ambientales de diverso tipo en capacidad de comunicación, y con organizaciones de nivel nacional, provincial y nacional: asambleas de Gualeguaychú, minas de Concordia, Colón, Esquel, Catamarca y protestas rurales ante el avance masivo de la plantación de soja.
La temática ambiental se transforma día a día en una preocupación creciente, fundamentalmente los efectos globales del consumo, sobre todo de las sociedad es desarrolladas, pero que afecta principalmente a los países subdesarrollados (cambio climático, inundaciones, contaminación ambiental).
En cuanto a los movimientos vinculados a los consumidores, después de la fiebre privatista de los ´90 se observa una recuperación del rol activo del Estado, sumado a un nuevo tratamiento en la relación por parte del gobierno y las empresas de servicios públicos. Esto se observa en las protestas de diferentes vecinos y organizaciones ante los cortes de luz (principalmente en verano), de gas y agua.
La identificación de los sectores mencionados manifiestan una tendencia a la fragmentación de las organizaciones de la sociedad civil (ésta es una dificultad histórica) y en el contexto actual se pone de relieve, generalmente, en el tipo de propuestas diferenciadas con distintos métodos y, en muchas casos, con objetivos que no son confluyentes.
Las organizaciones de la sociedad civil han crecido significativamente en número (se calcula que existen 70.000 en nuestro país), como así también con cierta presencia en los medios de comunicación y en la opinión pública. Estos ámbitos podrían considerarse espacios de recuperación de la acción política, aunque se caracterizan por su diversidad y la canalización de demandas por fuera de los canales tradicionales y la emergencia de nuevos temas vinculados a la vida cotidiana y al ámbito local.
El crecimiento de las organizaciones de la sociedad civil en nuestro país se entiende, en parte, por su acción colectiva agregadora de intereses y también por la conformación de una subjetividad que busca superar la resignación de muchos sectores que “no tienen voz”. Por ello, es de suma importancia buscar la participación como pilar de un desarrollo consensuado y sustentable.
En definitiva, fortalecer los ámbitos de concertación en donde participa la sociedad civil permite la cohesión social y el desarrollo de la producción y, en particular, el desarrollo de actividades económicas con alto impacto socioeconómico como las cadenas productivas. Asimismo, es de suma importancia aprovechar el potencial en términos del capital social de la sociedad civil e incorporarlos a una dinámica que establezca una sinergia con el capital económico. Simplemente, se plantea valorar la actitud proactiva de los beneficiarios en su dimensión económica, sin descartar el valioso componente social intrínseco en las actividades que recuperan una estrategia laboral y asociativa.
Debe modificarse también, las distancias entre la economía informal y la formal, generando las mediaciones y articulaciones para que ella se achique. En este sentido, los ámbitos de concertación pueden integrar también a actores que generan gran cantidad de mano de obra como el sector privado. Por ello, la sociedad civil debe ocupar un lugar importante en las estrategias de concertación entre los actores, donde se debate el modelo de desarrollo para una región o una localidad.

(Para un desarrollo más extenso de estos temas, ver Políticas sociales. Ideas para un debate necesario, Daniel Arroyo, La Crujía Ediciones, Buenos Aires, 2009)