La pobreza estructural, la precarización laboral y la situación de miles de jóvenes que no estudian ni trabajan fueron ejes de un debate que se dio en el marco del Curso de Formación Cívico Político Apartidario, que organizan la Fundación Argentina Ciudadana, Fundación Fragua y Fundación Pastoral Universitaria San Lucas.
El encuentro que me tocó encabezar, este jueves, giró en torno a la pobreza y los procesos de migración y fue realmente enriquecedor e interesante el intercambio de conceptos e ideas con quienes asistieron.
Los organizadores pensaron este Curso como un espacio para reivindicar a la política como instrumento de transformación social y creo que estas acciones son fundamentales para generar políticas que permitan abordar las problemáticas que afectan a nuestro país.
Claramente, la situación social en Argentina ha mejorado desde a crisis de 2001 pero aún hay mucho por hacer. Algunas claves para lo que debe venir son la universalización de las asignaciones familiares; una reforma del sistema educativo que se ponga en línea con los sectores productivos; la masificación de los microcréditos para que lleguen a los cuentapropistas; un fuerte apoyo económico para los jóvenes que están fuera del mercado; y una reforma paulatina de las áreas sociales estatales, para acortar tiempos y achicar la distancia entre los diseños y las acciones.
No debe haber lugar para la frustración anticipada. El país está en una situación compleja pero interesante, donde hay que repensar las cosas. Hay muchos recursos y muy buenos; hay que ponernos en acción. Cada uno desde su lugar.