(publicada en el diario Buenos Aires Económico, lunes 31 de mayo de 2010)
Luego de la bancarización de más de 750.000 familias a través de la Asignación por Hijo, diversos economistas piden acelerar el ingreso de los sectores más vulnerables al mercado bancario argentino y posibilitar que las entidades bancarias financien con créditos personales, a quienes no se han podido incorporar a la economía formal.
Actualmente, la Asignación que lanzó el Gobierno Nacional para mejorar las condiciones de vida de más de tres millones de chicos cuyos padres trabajan en negro, son desempleados o monotributistas, se percibe a través de las entidades bancarias del país, por medio de una tarjeta de débito. La Anses deposita todos los meses 144 pesos por hijo menor de 18 años y 720 pesos por hijo discapacitado, en cuentas particulares abiertas tanto en bancos públicos como privados.
Los 36 pesos restantes, que conforman el total de los 180 pesos por hijo, se acumulan mes a mes y se liquidarán a fin de año, cuando las familias presenten la Libreta Sanitaria con el plan de vacunación al día, junto con el certificado escolar del chico.
Cinco economistas coincidieron con la visión de que el Banco Central debería anular las cláusulas que impiden a las entidades bancarias prestar dinero a quienes no puedan justificar un ingreso fijo formal, para incentivar las compras de productos manufacturados y, a la vez, evitar el abuso de las casas de préstamos personales.
"Es muy difícil que los Bancos comiencen a dar créditos
a quienes cobran una asignación por hijo, si no hay una medida del Banco Central orientada en esa línea, con tasas de interés acotadas", señaló Alfredo García, economista jefe del Banco Credicoop.
Paradójicamente, los sectores informales tienen vedada la posibilidad de acceder a los créditos que otorgan los Bancos, pero deben pagar intereses elevadísimos de las tarjetas que obtienen con mínimos requisitos o de las casas de préstamos que, la mayoría de las veces, son parte de las mismos Bancos. Al respecto, Abraham Gak, profesor honorario de la UBA e integrante del Grupo Fénix remarcó que "muchos Bancos otorgan, a través de casas de electrodomésticos, tarjetas a sus clientes y los someten a tasas elevadas y cláusulas implícitas".
Hacia un sistema más inclusivo. Desde su implementación, la Asignación por Hijo permitió que miles de familias de bajos recursos o con trabajos en negro pudiesen incrementar sus ingresos con montos de entre $180 y $720 mensuales. A su vez, las ventas de productos de primera necesidad subieron alrededor de un 15 por ciento y las inscripciones en instituciones públicas de enseñanza media se incrementaron en un 20 por ciento, mientras que en primaria la suba fue del orden del 25 por ciento, según indicaron los docentes encuestados de 135 establecimientos bonaerenses.
En Capital Federal, también se experimentó una mayor demanda de vacantes que originó la falta de disponibilidad de lugares en varios colegios. "La matrícula aumentó un 20 por ciento en relación al año pasado y muchos chicos que habían abandonado sus estudios, se reincorporaron", dijo Pablo Rivelli, director de un colegio secundario en el barrio de Mataderos.
Sabrina Caro ve la posibilidad de obtener un crédito tan solo como un anhelo. Con una beba de cinco meses, la asignación le sirve para comprar pañales. "Por suerte le doy el pecho. Muchas veces necesito comprar cosas a crédito, pero como no tengo empleo no sé como haría para pagar después" disparó Sabrina.
Para Benjamín Hopenhayn, integrante del grupo Fénix y profesor de Economía y Finanzas de la Universidad de Buenos Aires, la indigencia y la pobreza bajaron considerablemente, pero el ingreso que se obtiene sirve para cubrir necesidades básicas. "No creo que éstos sectores gasten mucho en electrodomésticos - indicó Hopenhayn y agregó - los Bancos están siguiendo una política muy prudente. Evalúan los riesgos y prestan a tasas altas. Probablemente prefieren dar crédito a través de tarjetas".
Acercar el crédito a los sectores más pauperizados del país no es una tarea sencilla, habida cuenta de que aplicar tasas bajas supone que la inflación no se comerá el interés asignado, ni la plata prestada.
El economista Fausto Spotorno, de la consultora Orlando Ferreres, manifiesta que es muy difícil modificar el marco regulatorio y que la política más efectiva es controlar a los fideicomisos financieros, para evitar las inversiones especulativas y proteger a la gente.
"Las entidades bancarias corren el riesgo de prestar dinero a quienes no pueden justificar ingresos fijos formales. Este riesgo se extiende a todos los trabajadores precarizados", recalcó García.
Sin embargo, el economista Bernardo Kliksberg, reconocido por sus trabajos sobre la pobreza y por sus estudios de la ética en la gestión pública y privada, afirmó a Bae que:" Las organizaciones que trabajan en microcréditos y prestan dinero a los pobres, deberían contar con licencias para operar como bancos".
Proyectos en danza.
Bajo esta realidad, el Banco Ciudad acompaña el "Programa Integrador" del Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, destinado a las personas que carecen de una vivienda, pero tienen empleo. A través del Programa se les asigna un espacio en el Hogar Renacer y se los bancariza, previas visitas de agentes del banco que solicitan conocer sus historias y realidades. Posteriormente, se les explica todo lo referente al funcionamiento de las cajas de ahorro y el manejo de las tarjetas.
Los beneficiarios en su mayoría son trabajadores empleados en seguridad, otros son artesanos (no inscriptos, no hacen aporte fiscal), empleados en gastronomía y serenos.
"El Banco les ha abierto Cajas de Ahorro sin ningún costo, así cada beneficiario tiene una Tarjeta Moderban para operar en Cajeros Automáticos, con la que pueden depositar y retirar dinero, hacer consultas de saldos y transferencias a otras cuentas", comentó Patricia García, quien lleva la iniciativa en el Banco Ciudad.
A través del Banco Ciudad se pagan alrededor de 150.000 planes sociales, por lo cual toda esa gente debe saber usar una tarjeta de débito y conocer sus ventajas.
Las tarjetas les permite hacer compras con la devolución del 5% del IVA y acceden a las distintas promociones del Banco, por ejemplo: 10% de descuento en indumentaria, 10% al 20% en supermercados, 75% en cines y espectáculos y 25% en locales de gastronomía, entre otros. Además la bancarización les permite tener un mayor resguardo y control de sus fondos, a diferencia del riesgo que implica manejarse permanentemente con efectivo, sobre todo cuando la persona tiene un problema de vivienda.
El seguimiento del programa arroja resultados alentadores, muchos beneficiarios han comenzado a hacer compras en comercios con descuentos y extracciones por cajero automático.
Por su parte, el banco Provincia cuenta con más de un millón de personas bancarizadas por los planes sociales. Todos los que poseen tarjetas para alimentos pertenecen a los dos últimos decíles. Actualmente, se estudia la posibilidad de otorgar cajas de ahorro o cuentas corrientes, sin ningún tipo de costo y con una tasa de interés que permita un rendimiento, a los sectores pobres. El titular podría cargar la tarjeta con efectivo en cualquier Pago Fácil o punto de recarga y retirar el importe en cualquier momento que lo necesite.
Daniel Arroyo, presidente del programa Fuerza Solidaria del Banco Provincia, afirmó que quienes están recibiendo microcréditos para máquinas, herramientas, bienes de capital e insumos son los pequeños comerciantes, personas que tienen un oficio, que proveen un servicio y que no califican para obtener un crédito en el mercado. "Las personas devuelven el préstamo cada 15 o 20 días, porque quieren volver a sacar otro crédito y la tasa de mora es muy baja, del dos por ciento", comentó Arroyo.
Actualmente, Fuerza Solidaria llega a 50.000 personas, ha desembolsado 37 millones de pesos y tiene previsto llegar ésta año, a los 100 millones de pesos. El promedio de los créditos es de 3.000 pesos.
Con relación a los créditos para el consumo, Arroyo aseguró que si el sistema de microcréditos se transforma en microahorro y da crédito al consumo con una tasa de referencia baja, todos los demás créditos bajarían sus réditos. "Como el microcrédito implica una gran operatoria, se necesitaría que el Estado subsidie tasas, de modo que el acreedor se vea beneficiado y no lo hunda el interés", concluyó Arroyo.
Acercar el crédito a los sectores más vulnerables a través de las redes sociales, promovería el desarrollo local y mejoraría la calidad de producción. Un derrame de abajo hacia arriba, ni más ni menos.