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sábado, 5 de marzo de 2011
Profesionales del esfuerzo
(Publicado en el diario La Nación, sábado 5 de marzo de 2011)
Los jóvenes de contextos vulnerables encuentran numerosas dificultades a la hora de encarar una carrera universitaria. Gracias al aporte económico, el apoyo escolar y la contención emocional que reciben de algunas fundaciones son cada vez más los que consiguen poner en práctica su vocación
Para muchos adolescentes sin recursos, culminar la escuela y más aun, llegar a la universidad parece una misión imposible. Criados en ambientes en los que la necesidad decide sus destinos -en general ligados al cuidado de sus hermanos menores o a un trabajo precario- son muy pocos los que a prueba de esfuerzo y determinación consiguen cumplir el sueño de llegar a ser profesionales.
En estos casos, los programas de becas otorgados por diferentes fundaciones y empresas, que consisten no sólo en ayuda económica o apoyo escolar, sino también en un seguimiento por parte de tutores, son el complemento necesario para que estos jóvenes puedan ser la primera generación dentro de su familia que consiguen un título terciario o universitario.
Gabriela Vargas no tuvo una vida fácil. Pero lejos de amargarla todos esos obstáculos le enseñaron a disfrutar con más fuerza cada logro conseguido. "Nací en Jujuy con una fisura en el paladar que no me dejaba hablar. Cuando tenía 4 años nos vinimos con mi familia a Buenos Aires para operarme y hacer luego un tratamiento", dice esta joven de 19 años, que hoy vive en el Barrio Güemes de la villa 31, junto a sus padres y una hermana de 20 años.
A la hora de anotarla en una escuela, su madre decidió que lo mejor era que fuera a un establecimiento común para que desafiara sus limitaciones y, en lo posible, las superara. "Mis compañeros me molestaban en el colegio porque me costaba hablar. Pero como la cabeza me funcionaba perfecto siempre fui buena en la escuela", dice Gabriela divertida, quien fue abanderada y escolta durante la secundaria en el colegio parroquial Comunidad Filli Dei de la villa.
Allí, su profesor de Derecho le comentó sobre el Grupo San Felipe, una organización social que otorgaba becas para chicos que quisieran seguir estudios terciarios y no dudó en acercarse.
El año pasado cursó su primer año de Enfermería Veterinaria en el Centro Médico de Escuelas y rindió el CBC para Veterinaria con algunos traspiés. "Me bocharon en Sociedad y Estado, pero este año voy a rendir de nuevo el examen", explica Gabriela, a la que el Grupo San Felipe le abrió una cuenta en un banco para depositarle la plata para la beca, que destinó a pagar la matrícula, las cuotas, los útiles, los viáticos y también a comprarse unos anteojos. "Con mi tutora me junto una vez por mes a almorzar en un bar y hablamos de todo un poco, sobre cómo va el estudio y la ayuda que necesito. Mi sueño es recibirme de veterinaria y armar una fundación para rescatar a los animales abandonados en las calles", explica Gabriela, que participa de los talleres de música del gobierno de la ciudad en la villa en dónde aprende violín y hasta llegó a hacer un año de conservatorio.
Sus padres terminaron el secundario, pero no pudieron seguir con sus estudios. Ambos de familias numerosas y obligados a trabajar desde pequeños, nunca tuvieron esa posibilidad. Por eso, Gabriela tiene muy en claro que tiene que aprovechar cualquier oportunidad que se le presenta: "Mis papás nunca me dejaron trabajar porque quieren que yo siga estudiando para poder tener un futuro mejor", concluye Gabriela.
El Grupo San Felipe otorga becas a alumnos que egresan del ciclo secundario con buen desempeño académico y cuya situación económica familiar les impida continuar sus estudios. Actualmente sostienen los estudios terciarios de seis jóvenes provenientes de Añatuya, Santiago del Estro y la Villa 31, de capital. Las becas les brindan ayuda humana y material para llevar adelante sus estudios y crecer personal y profesionalmente y les favorecen prácticas profesionales durante la carrera.
Carlos Leguizamón tiene 21 años y también conoció al Grupo San Felipe en su escuela Filli Dei de la villa 31 de Retiro, en donde vive con su mamá, su padrastro y su hermana. En su caso, no le alcanzan las horas del día para hacer todo lo que le gustaría. De 22 a 4 de la mañana se desempeña como ayudante de conducción en el ferrocarril Mitre, por la mañana se anotó para cursar el CBC de Bioquímica en la UBA y aprovecha el poco tiempo que le queda a la tarde para dormir un rato.
Ya está acostumbrado a ese trajín, que es el que estuvo teniendo los últimos dos años, en los que cursó la Tecnicatura Superior en Laboratorio de la Cruz Roja, de la que sólo le faltan 3 materias para recibirse.
"Elegí esa carrera más que nada porque me encantaba la química y la física. Con el tiempo también me di cuenta de que tenía una pata humana muy fuerte y me encantó eso de estar al servicio de los demás", dice Carlos, que colabora con el Grupo San Felipe en la organización de unas olimpíadas de conocimiento para los estudiantes secundarios de la villa.
"Me quedan 6 largos años de carrera por delante, así que me quiero dedicar de lleno a eso. Desde el Grupo me dijeron que me iban a seguir apoyando desde lo económico, pero yo lo que más valoro es el acompañamiento del tutor, porque es un compañero de ruta en la vida", sostiene Carlos.
Terminar la escuela
El fuerte crecimiento de las organizaciones sociales dedicadas a ayudar personalmente en educación a quienes están decididos a emprender el desafío impulsa a esperar un futuro mejor.
Con una visión del país donde más del 30 % de los alumnos de bajos recursos socioeconómicos abandona la escuela y alrededor de 1.000.000 de chicos todavía están afuera, sin tener el derecho a la educación, los programas de becas son fundamentales.
El BBVA Banco Francés realizó un amplio informe sobre los programas de becas educativas en la Argentina y en 2009 identificaron 13 programas que suman un total de 10.797 becas escolares, terciarias y universitarias, y analizaron nueve de ellos.
El informe realizado por Daniel Arroyo y su equipo de investigadores señala que "en los nueve programas de becas educativas se mueven 13 millones de pesos transferidos monetariamente a los becados durante el 2009. Es un análisis fundamental a la hora de abordar el análisis de políticas socioeducativas, dado que es una aproximación diagnóstica valiosa ya que indaga un universo de estudio poco abordado aún como son los programas de becas".
Son numerosos los estudios que respaldan lo que ya todos saben: la asistencia a la escuela de adolescentes provenientes de estratos de menores ingresos comienza a caer marcadamente a partir de los 13 años: el 94% abandona a los 14 años, el 74% a los 16 años y el 66% a los 17 y menos del 50% a los 18 años, según un análisis realizado por Juan Llach en 2007.
Por ejemplo, de los 30 compañeros de Eugenia Gómez, sólo 5 siguieron estudiando alguna carrera. Vecina del Barrio Parque Intendente Alvear, en Malvinas Argentinas, esta joven de 22 años acaba de terminar el terciario como profesora de Educación Física, gracias a la ayuda que recibió de la Fundación Manos Abiertas.
En 2007 su madre se acercó a la organización para realizar un taller de lectura y escritura, y le ofrecieron la beca para que su hija siguiera sus estudios. "Con eso pude pagar los viáticos, las fotocopias, los derechos a exámen y todos los gastos para estudiar", cuenta Eugenia, que tiene ganas de seguir estudiando una licenciatura.
A Eugenia la carrera no le resultó nada fácil y por eso su historia es un ejemplo al esfuerzo y la perseverancia. Ya el sólo hecho de llegar al terciario que estaba ubicado en San Fernando, era una odisea. Tenía más de dos horas de viaje en colectivo y como cursaba de 12 a 19, muchas veces llegaba a su casa pasadas las 22.
Pero el punto de quiebre fue cuando en su primer año se lesionó la rodilla y tuvo que estar 6 meses sin actividad física. "Me costó muchas lágrimas el profesorado. Cuando me desplacé la rótula me sentía frustrada y quería dejar todo. Por suerte, con el apoyo de mi familia y de la fundación salí adelante. También me pasé noches enteras despierta estudiando porque había materias como anatomía y fisiología que me costaron un montón", recuerda Eugenia, a la que desde la fundación le ofrecieron ser voluntaria y se sumó dando clases de volley y un taller de motricidad a los nenes de 6 y 7 años.
"Ahora que me recibí estoy empezando a arrancar de cero para conseguir trabajo en los colegios y empecé en un polideportivo. Con el correr del tiempo uno se va haciendo pero yo nunca me voy a olvidar de que empecé acá", concluye Eugenia, quien dice estar muy agradecida por la ayuda y la experiencia.
Las tutorías de Manos Abiertas comenzaron en el año 2004 y en 2006 inauguraron el Centro Educativo San Ignacio, en Villa de Mayo. "Nosotros tratamos de acompañar integralmente a cada uno de los becados y nos interesa también como se conforman sus familias, les ofrecemos que asistan al Centro San Ignacio en contra turno del horario escolar para reforzar el apoyo e inculcarles el valor del estudio y del esfuerzo para que puedan y quieran tener un futuro mejor", concluye Perla González Sbarbi, tutora de becas de la Fundación Manos Abiertas.
En el programa cuentan con 75 estudiantes secundarios becados que esperan algún día lleguen a la universidad. Para conseguirlo, uno de los programas que llevan adelante es el de Familia Educadora que comparten con la Fundación del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA) de Villa de Mayo y Fátima. El mismo tiene como objetivo fortalece el rol educador de padres de familias en situación de pobreza para que puedan acompañar la educación de sus hijos, acercándoles herramientas para que puedan acompañar mejor la escolaridad de sus hijos, abordando temas de lecto-escritura, el juego educativo, la psicología evolutiva, comunicación y nutrición, entre otros.
La Fundación del Club Universitario de Buenos Aires (FCUBA) también está dedicada a trabajar contra la deserción y el abandono escolar. Focalizan su acción en los barrios vecinos a las dos sedes del Club CUBA, acompañando a 42 familias y 111 chicos en la sede de Fátima y a 30 familias y 92 chicos en la zona de Villa de Mayo y Los Polvorines.
"El programa contempla una beca mensual para cada estudiante de la familia y la capacitación obligatoria de las madres a través de talleres a cargo de profesionales especialistas y un amplio equipo de voluntarios", cuenta Belén García de la Torre, coordinadora de la Fundación CUBA.
Luchar por una meta
"Yo iba a la escuela N°6 DE13 América y Cimientos se comunicó con mi escuela secundaria para ver la posibilidad de recibir una beca. Así fue como recibí apoyo personal, familiar y un gran acompañamiento en cada meta que lograba. Aprendí a ayudar a los demás y a luchar siempre por lo que verdaderamente quiero. También dan un gran incentivo para los que se esfuerzan para terminar con un buen promedio", cuenta Johanna, quien egresó del colegio en 2007 gracias al Programa de Becas Escolares de Cimientos y ahora estudia por la mañana la carrera de Contador Público en la Universidad de Buenos Aires. Por la tarde trabaja en la gerencia técnica y valores negociables de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
Cimientos, que actúa en alianza con ocho organizaciones de la sociedad civil y con dos programas de ministerios municipales presentando investigaciones, ya cuenta con 1700 jóvenes con el Programa de Becas Escolares.
"Ya pasaron por Retama 324 becarios en carreras como medicina, abogacía, arquitectura, ingeniería, bioquímica, genética, matemática, economía, historia y comercio exterior, entre otros, con un promedio de 8,08", cuenta entusiasmada Paula Bullrich, directora ejecutiva de la Fundación Retama, que otorga becas a estudiantes con restricciones financieras en tres áreas temáticas: educación superior, investigación aplicada y actualización docente.
Además impulsa a través de sus becarios la participación y apoyo a tareas solidarias en las distintas comunidades en donde ellos estudian, logrando así un efecto multiplicador de su capacidad de ayuda.
Diego Sulca, por ejemplo, ingresó en Retama en 2005 al comenzar la licenciatura en matemática y egresó en el 2009 en la Universidad de Córdoba con dos diplomas, uno Mención de Honor por su promedio 9,88 y Mención de la Universidad Nacional de Córdoba por ser el mejor promedio de la camada. "Ahora se encuentra en Europa con un premio especial que le entregó la Fundación al cumplir 10 años, por el mejor promedio y hacer toda la carrera con la fundación", cuenta Bullrich orgullosa.
Escuelas plurigrado
Son varias las organizaciones que ponen su foco en sostener el trayecto educativo de los alumnos de zonas rurales, que por diferentes razones como distancia, necesidad de trabajar o falta de recursos, no pueden seguir sus estudios.
"A nosotros nos llegan las solicitudes de becas a través de los docentes rurales, ante quienes me saco el sombrero porque se convierten en sus tutores en el secundario y son su ejemplo, su guía, un poco padres, amigos y compañeros, y sobre todas las cosas creen en ellos. Con las becas buscamos cubrir las necesidades materiales de útiles, uniformes, fotocopias, alojamiento, comidas y transporte" detalla María Podestá, coordinadora de educación de Misiones Rurales Argentinas (MIRA) que atiende a alumnos de escuelas de Formosa, Chaco, Santiago del Estero, Jujuy y Salta.
La Fundación Grano de Mostaza beca a alumnos del polimodal y terciarios procedentes de escuelas rurales plurigrado de los cerros salteños. "La beca consiste en otorgar todos los elementos para cubrir las necesidades educativas, alimentos, ropa, útiles y contención afectiva. Contamos con una casa de estudios en Rosario de Lerma, en la cual funciona una biblioteca, una sala de computación y diversos talleres y los chicos viven en casas de familia y son tutelados por otros matrimonios cuidadosamente seleccionados", explica Bettina von Alvensleven, directora ejecutiva de la Fundación Grano de Mostaza.
Por su parte, la Fundación Ruta 40 tiene como objetivo contribuir al desarrollo integral de escuelas rurales situadas próximas a la ruta nacional 40 que atraviesa todo el país. Colabora con 19 escuelas desde Jujuy hasta Río Negro, con el objetivo de ayudar a mejorar el capital físico, humano y social en el área educativa escolar.
"Conbeca brinda acompañamiento y oportunidad a 500 adolescentes de alto riesgo desde Tilcara a Bariloche, para que puedan completar sus estudios secundarios y soñar con un proyecto de vida. Esto es posible gracias al compromiso de 400 guías voluntarios que además de administrarles una beca durante los últimos tres años de la escuela, crean y afianzan los mas importante, un vínculo con cada becado para ayudarlo a que alcancen un futuro con mayores oportunidades", nos detalla Sol Benedit, coordinadora general del Programa Conbeca de la Fundación Conciencia.
En 2010 egresaron 59 chicos y registraron 95% de retención del programa desde su inicio en 2003, pero lo que mas les emociona son las historias mínimas y enefecto multiplicador en los adolescentes y sus familias.
El mes próximo nos cuenta Benedit que están abriendo nuevos equipos en Córdoba, Neuquén y en la villa 31 de la capital y están muy orgullosos por estrenar el Programa Convos, una extensión para ex becados que están encarando sus estudios universitarios y terciarios, convencidos de que el acompañamiento y el trabajo en red frente al fuerte contexto de deserción escolar cada año más alarmante, les da esperanzas para un futuro mejor.
Por Clara Zapiola