lunes, 12 de septiembre de 2011

Hacia una nueva política habitacional



(Publicado el domingo 11 de Septiembre de 2011 en los diarios "El tribuno" de Salta, "La opinión austral" y "El Litoral" de Santa Fe, y en otros medios de la Red de Diarios en Periodismo Social)

Por Daniel Arroyo

Desde su organización como Estado en el siglo XIX, la Argentina tiene un problema básico que se ha ido acentuando a lo largo de su historia: hoy, más del treinta por ciento de su población se concentra en el uno por ciento del territorio nacional. Ese nivel de disparidad genera muchas complicaciones
Hay algunos problemas estructurales y otras cuestiones específicas ligadas a la coyuntura. Los estructurales tienen que ver con la falta de vivienda y con la permanente migración hacia el conurbano y la Ciudad de Buenos Aires. Quienes migran buscan tener cerca una escuela, un comedor comunitario, un centro de atención primario de la salud. El hecho de moverse hacia lugares tan altamente poblados, permite hacer changas y generarse algún tipo de ingresos. En el interior del país, en cambio, hay menos oportunidades. Y el ritmo de construcción de viviendas, ha sido muy desproporcionado con respecto a las necesidades reales.
A este déficit, se agrega un fenómeno vinculado con el costo de los alquileres. Las personas hoy están pagando entre ochocientos y mil pesos por un dormitorio con baño compartido en un asentamiento. Como no tienen garantías ni forma de acceder a créditos de cualquier tipo, los sectores pobres deben pagar precios proporcionalmente más altos que los de la clase media. Además, el hogar no es sólo una vivienda sino que también representa su unidad productiva, su lugar de trabajo. Así que se les ha hecho muy difícil la vida cotidiana. Y el no tener un lugar propio, es lo peor que le puede pasar a una persona. El hacinamiento genera tensiones muy fuertes en la familia, porque viven todos dentro de un cuarto, y eso provoca la desesperación por hacerse de un lugar.
Sin embargo, las economías regionales han tenido un gran crecimiento en los últimos años. Por eso, habría que acelerar la construcción de redes de salud y educación, porque si no la gente va a seguir migrando. También es el momento de pensar algún tipo de incentivo fiscal para ciertas actividades productivas que se instalen en determinadas regiones del país.
En ese sentido, un elemento clave pasa por la formación de un banco social de tierras. Hoy, junto a las dificultades de acceso a la vivienda, hay un problema de falta de horizonte, porque no hay un mecanismo claro de cómo uno accede a la vivienda. En cambio, sí quedara claro que hay un banco social de tierras y se establecieran los mecanismos de construcción de viviendas, la gente podría comenzar a observar las posibilidades que brindan esas ciudades del interior.
Tenemos una oportunidad increíble, la economía argentina creció de forma consecutiva durante una década y vamos por varios años más de crecimiento. Desde 2003, venimos de una década ganada en el área social y tenemos una gran oportunidad para encarar programas masivos, para crear un gran banco social de tierras y extender la construcción de viviendas, para bajar los niveles de informalidad económica y la problemática del acceso al crédito. En los próximos cinco o seis años podemos dar vuelta la situación social del país.