El Presidente de la RED PAR (Red de Prioridades Argentinas) y Ex Viceministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo, propuso la creación de un Fondo federal de Inclusión Joven.
FONDO FEDERAL DE INCLUSIÓN JOVEN
Nuestro país tiene 900.000
jóvenes que ni estudian ni trabajan. Se trata de jóvenes 16 a 24 años que están sin
hacer nada o que entran y salen del trabajo y de la escuela con frecuencia. No tienen problemas con la tarea sino con la
rutina del trabajo. Lo difícil no es entender qué hacer, sino ir a
trabajar todos los días ocho horas, en parte porque muchos no han visto
trabajar ni a sus padres ni a sus abuelos.
La misma situación se da en la escuela, en donde el desafío es sostenerse, evitar el desenganche y la abulia. Por eso es necesaria una reforma que revise los objetivos de la escuela secundaria y los vincule con los sectores productivos y los intereses de jóvenes que incorporan muy rápido las nuevas tecnologías. El hacinamiento y las adicciones aumentan los problemas: un ciclo frecuente en los grandes centros urbanos es el de un chico que estando hacinado en su casa se va a la esquina porque hay más lugar y mejores condiciones, ahí empieza a consumir porque todos lo hacen y luego se endeuda. Y allí es cuando se le acerca alguien a ofrecerle cualquier alternativa. Esta es una realidad de la que muchos son víctimas y se completa con una creciente estigmatización que los identifica como culpables de la inseguridad. También se encuentran con dificultades los jóvenes que tienen trabajo precario y aún aquellos que, habiendo completado el estudio, no logran iniciar su carrera laboral.
La misma situación se da en la escuela, en donde el desafío es sostenerse, evitar el desenganche y la abulia. Por eso es necesaria una reforma que revise los objetivos de la escuela secundaria y los vincule con los sectores productivos y los intereses de jóvenes que incorporan muy rápido las nuevas tecnologías. El hacinamiento y las adicciones aumentan los problemas: un ciclo frecuente en los grandes centros urbanos es el de un chico que estando hacinado en su casa se va a la esquina porque hay más lugar y mejores condiciones, ahí empieza a consumir porque todos lo hacen y luego se endeuda. Y allí es cuando se le acerca alguien a ofrecerle cualquier alternativa. Esta es una realidad de la que muchos son víctimas y se completa con una creciente estigmatización que los identifica como culpables de la inseguridad. También se encuentran con dificultades los jóvenes que tienen trabajo precario y aún aquellos que, habiendo completado el estudio, no logran iniciar su carrera laboral.
El Estado da respuestas
con acciones significativas como la Asignación Universal
por Hijo y los Programas Más y Mejor Trabajo y Conectar Igualdad. El sector privado financia más de 10 mil
becas educativas este año y las organizaciones sociales han extendido redes de acompañamiento
escolar y capacitación laboral. Sin embargo, el problema
es de una escala mayor. Se requieren
nuevos instrumentos, muchos recursos, articulación de acciones y una política
de Estado. De allí la necesidad de avanzar
en algunas líneas:
Fondo Federal de Inclusión
Joven: es
necesario crear un fondo del 0,5% del PBI con recursos estatales y aportes
privados para concentrar allí el financiamiento tanto de proyectos productivos,
culturales y de servicios como educativos y de apoyo a organizaciones sociales
que trabajen con jóvenes. Se trata de
contar con recursos económicos concentrados y de escala para atender al grupo
social más crítico.
Red de tutores:
es clave generar
una red de tutores con personas que tengan legitimidad, una maestra que tiene
buena llegada, algún pibe de la esquina, un referente barrial o religioso. Se
trata de potenciar una red de tutores creíbles a los que los jóvenes sientan
que no deben fallarles y que los ayuden a sostenerse en lo laboral o en la
escuela. La clave es acompañar y generar espacios de capacitación y
entrenamiento en función de sus perfiles y preferencias.
Derecho al primer empleo: una política central es
promover el derecho al primer empleo a través de exenciones impositivas a las actividades
productivas que incorporen masivamente a jóvenes. Debería ser un derecho que actúe como una política
laboral permanente de estímulo fiscal a las empresas que contraten formalmente
a jóvenes.
Masificación del
microcrédito: los jóvenes no acceden al crédito
bancario por falta de garantías. La masificación de los sistemas de créditos
con montos pequeños favorecería la vocación emprendedora y el desarrollo de innovaciones productivas. El desafío es llegar con tasas de interés subsidiadas
para jóvenes que tengan buenos proyectos, apostar a la calidad de sus ideas.
Escuelas de oficios
locales: es
necesario trabajar paralelamente los problemas de oferta y de demanda. La conformación de
escuelas de oficios es una alternativa importante para la inserción de muchos
jóvenes en la economía social ya que se trata de una formación dinámica,
flexible y, sobre todo, vinculada a la producción local.
La idea de que los jóvenes
son el futuro es buena si logramos que tengan presente. Desarrollar acciones
que realmente impacten sobre sus vidas cotidianas, recuperen el sentido del
esfuerzo y la búsqueda del progreso, es la prioridad que nos permitirá
construir la Argentina del mañana.