miércoles, 30 de octubre de 2013

La educación media más allá de las tomas

Nota publicada por la revista Debate
Por Manuel Barrientos

Avances y deudas que plantea la enseñanza secundaria en la Argentina. Aumento de la matrícula, desigualdades e indicadores de calidad.


»PorManuelBarrientos

 L
as tomas de colegios secundarios porteños en septiembre ocuparon muchas horas de televisión y páginas de la prensa gráfica. Se debatió con intensidad sobre la legalidad y/o la eficiencia de la medida, pero se relegó a un segundo plano el motivo de las protestas: la reforma curricular que busca aplicar el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Entre las modificaciones que se implementarían a partir de 2014 y que serían obligatorias a partir del año siguiente, se eliminan orientaciones y titulaciones -como las de perito mercantil-, al mismo tiempo que se suprimen horas de historia y geografía en cuarto y quinto año. Más allá de ciertas cuestiones coyunturales, el conflicto expone que sigue pendiente un debate profundo sobre qué educación media requiere la Argentina.
 Con la determinación de la obligatoriedad de la educación secundaria a partir de la Ley de Educación Nacional de 2006, en los últimos años se vivió un proceso de masificación de la matrícula. Se estima que la tasa de acceso y cobertura en la enseñanza media asciende al 83,4%, frente al 35% de adolescentes que asistía a este nivel en la década de 1970. Sin embargo, sólo un 43% de los estudiantes secundarios logra el título en los plazos establecidos.
“La ley de 2006 representó una mejora muy grande al definir a la educación media como un nivel obligatorio, porque generó un nuevo piso mínimo de ciudadanía. Pero esa masificación convive con una matriz expulsora y selectiva”, asegura Nancy Montes, investigadora de Flacso y de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). La especialista sostiene que aún hay dificultades para avanzar en la expansión de la cobertura y bajar los niveles de deserción, que van desde aspectos materiales (infraestructura edilicia, equipamiento) hasta cuestiones culturales (la propuesta curricular, las resistencias de parte de los docentes y los padres).
Mario Oporto -ex titular de la cartera educativa bonaerense y actual diputado nacional del Frente para la Victoria- indica que el proceso de masificación se trata de un fenómeno comparable con el iniciado por Domingo Faustino Sarmiento en la segunda mitad del siglo XIX. “Somos la primera generación que decide que todos sus adolescentes ingresen a las escuelas secundarias, pero se trata de un proceso de largo aliento”, matiza y plantea que el nuevo objetivo es generar condiciones materiales para evitar la deserción. “Pero tenemos que entender que estamos frente a otra escuela, en la que entran todas las contradicciones de la sociedad que antes eran excluidas”, reflexiona.
Ex ministro de Desarrollo Social bonaerense y hoy cercano al massismo, Daniel Arroyo manifiesta que la “desigualdad más grande” actualmente radica en la escuela secundaria: “En esa etapa se expande mucho la brecha de acceso al conocimiento”. El experto en políticas sociales destaca como un elemento positivo la recuperación de esquemas de participación entre los jóvenes, a través de la militancia partidaria o en organizaciones sociales o religiosas. “Pero hay una crisis muy importante en la escuela secundaria. Los jóvenes sienten que hay una distancia grande entre lo que aprenden en las escuelas y el mundo del trabajo o la vida cotidiana”, subraya.
Bajo esa perspectiva, considera que se debe avanzar en la vinculación de educación y trabajo, por medio de la implementación del sistema dual en toda la enseñanza media, no sólo en las escuelas técnicas. “No digo que las escuelas tengan que ser una pre-fábrica ni que tengan que estar desligadas de la formación en ciudadanía. Pero en un contexto en el que hay más de 900 mil jóvenes que no estudian ni trabajan y en el que la desocupación juvenil duplica a la general es necesario que se genere un vínculo más fuerte entre las escuelas secundarias y el mundo laboral”, apunta.
Montes, sin embargo, pone ciertos reparos con respecto al sistema dual y advierte que los estudiantes no deben ser utilizados como mano de obra barata. En cambio, afirma que hay experiencias muy fructíferas de pasantías en institutos científicos del Conicet, en las que los chicos participan en proyectos de investigación. La especialista de Flacso cree que la cuestión de fondo se encuentra en la propia estructura de la escuela secundaria: “Hay que ir hacia otros formatos y otros modos, faltan nuevas herramientas”. Y agrega: “Hoy la familia no puede acompañar siempre a sus hijos. Por eso, es necesario el seguimiento personalizado de las trayectorias”. Finalmente, Oporto enumera algunos ejes que cree relevantes para la discusión: continuar con la ampliación de la matrícula, pese a los problemas que pueda generar; consolidar la dedicación exclusiva de los directivos; hacer hincapié en el conocimiento de las disciplinas que se enseñan; y vincular la escuela secundaria al desarrollo, el empleo y la participación ciudadana.

83,4%
la tasa de acceso a la escuela media en la Argentina, según la Unesco.

2.600.000
chicos cursan la secundaria en colegios públicos de todo el país.

43%
 de los alumnos secundarios obtienen el título en los plazos formales.

1317
centros e institutos de formación docente funcionan en la Argentina.

El rol de los docentes

docentes

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as estadísticas oficiales muestran que la matrícula en los institutos de formación creció un 29% entre 2008 y 2012. Hace cinco años, la cifra era de 298.435 estudiantes. Hoy más de 385 mil personas cursan los profesorados de nivel inicial, primario y secundario en todo el país.
El papel de los docentes, sin embargo, se encuentra en un proceso de cambio. “Se quebró la idea de que la escuela es un medio para acceder al conocimiento, porque los chicos tienen acceso a la información a través de Internet. Entonces, se produce un quiebre de la autoridad y de la legitimidad, que pone en problemas tanto a los docentes como a los propios padres”, sintetiza Daniel Arroyo. “Las tecnologías ponen sobre la mesa otra agenda de trabajo, porque los chicos ya las tienen incorporadas desde lo cotidiano”, indica Nancy Montes. Por su parte, Mario Oporto considera que es necesario incorporar recursos innovadores, pero cree que hay que hacer hincapié en el conocimiento de las disciplinas que se enseñan. Y propone: “Es necesario abrir el debate y repensar si la formación docente debe ser responsabilidad de la Nación y no de las provincias”.