Bienvenidos al blog con reflexiones y actualidad sobre políticas públicas para la Argentina que viene.
viernes, 28 de febrero de 2014
miércoles, 26 de febrero de 2014
Daniel Arroyo en Canal 26
Hoy a las 22 hs, Daniel Arroyo estará en el programa "A fuego lento" que conduce Clara Mariño y Eduardo Serenelini y que transmite Canal 26.
martes, 25 de febrero de 2014
Daniel Arroyo en diario Perfil sobre espiritualidad en Argentina
El regreso de la vida espiritual y su incierto impacto en la vida de los votantes
Publicado en diario Perfil
La Argentina viene atravesando en los últimos tiempos que algunos analistas llaman de "re-religiosidad", una búsqueda de amplios sectores de la sociedad para encontrar un espacio de contención espiritual, aunque no sea necesariamente en una religión. La irrupción del Papa Francisco, sin dudas, profundizará esta situación, y en beneficio de la Iglesia Católica. La incognita es de qué manera repercutirá en el plano político.
Hasta ahora, este fenómeno no tuvo su correlato en el ámbito electoral. La "re-espiritualidad", según un informe al que tuvo acceso PERFIL, atraviesa a toda la población, sin distinción de clase, edad, ni género. La coronación de Jorge Bergoglio como Papa, por la trascendencia política que obtuvo, abre el interrogante respecto a si finalmente el plano espiritual y religioso incidirá en el electoral.
El informe "El fenómeno de la re-religiosidad", realizado por Daniel Arroyo, presidente de la RED PAR (Prioridades Argentinas), describe el crecimiento de grupos "que se juntan para realizar actividades sociales, vincularse con cuestiones de tipo religiosa, espiritual o de autoayuda. Lo hacen a través de distintas religiones, como la católica o evangélica, a través de distintos modelos o formas de espiritualidad. lo que buscan son líderes que planteen distintas maneras sobre cómo vivir mejor, cómo conectarse". Y aclara: "Es casi lo único transversal en Argentina que cruza a muchísima gente que desde distintas maneras le busca la vuelta a su vida, y a cómo vivir".
La interpretación es que este fenómeno está vinculado a tres cuestiones centrales: un sentido de pertenencia, la búsqueda de trascendencia y la construcción de un futuro. "La vida posmoderna es el arte del vacío constante y la re-religiosidad radica en la búsqueda de una solución a ese vacío. se trata de llenarlo de ideas, propuestas, encontrar compañía", manifiesta el texto.
A pesar de que la política también hace hincapié en la pertenencia y el futuro, el crecimiento de la militancia no tuvo el mismo correlato. En diálogo con PERFIL, Arroyo explicó que "hoy hay más gente que participa de la política, hay más gente que participa en acciones solidarias, pero lo masivo en serio es el fenómeno de la religiosidad y la espiritualidad".
Según él, existen cuatro argentinas: la pobreza estructural, los vulnerables, la clase media y la clase alta. Y la espiritualidad las atraviesa a todas por igual. "Es un fenómeno muy masivo y no se traduce en factor político, porque no todos votan lo mismo, pero es lo que realmente genera expectativas", señaló.
El furor que generó la asunción de Bergoglio, con filas de feligreses esperando para confesarse y las iglesias con récords de concurrencia para las misas, abre un nuevo capítulo en este panorama. Y según el informe, sus consecuencias políticas o electorales, por ahora, "son difusas".
lunes, 24 de febrero de 2014
"El puntero político ya no domina la calle, domina el que vende droga"
Por Liliana Franco
Publicado en Ámbito.com hace algunos días.
Publicado en Ámbito.com hace algunos días.
El Gobierno lanzó un programa para atender la situación de los Ni -Ni, aquellos jóvenes que no trabajan ni estudian. Según estiman las autoridades oficiales el incentivo para que estudian lo recibirán más de 1.500.000 jóvenes de los sectores de menores ingresos. Si bien la jefa de Estado no hizo mención directa al flagelo del narcotráfico la presencia destacada del titular del Sedronar, Juan Carlos Molina, dio a entender que la intención oficial es brindarles una alternativa para su futuro. "Es una buena iniciativa", señaló Daniel Arroyo, exviceministro de Desarrollo Social bonaerense a ámbito.com en referencia al programa que lanzó el Gobierno para incentivar que los jóvenes de 18 a 24 años estudien.
"La situación social tiene tres datos críticos" ya que uno de cada cuatro argentinos es pobre, una de cada tres personas que trabajan no tiene obra social, no tiene jubilación, no tiene vacaciones pagas y hay 900.000 jóvenes de 16 a 24 años que no estudian ni trabajan. Así lo indicó el exfuncionario.
Para Arroyo "la inflación viene a complicar todo" a lo que se suma que "hay un parate de las changas", de donde los ingresos no le alcanzan a los sectores de menores recursos por la caída en el valor real de los planes sociales y las menores posibilidades de realizar changas. Y a ello se suma, explicó, un problema de "sobreendeudamiento" pues "gran parte de los sectores pobres con fotocopia del DNI terminan tomando créditos al 90 o al 100% anual".
Arroyo advirtió sobre la pérdida de "manejo de la calle", porque, según su opinión, "la Argentina es fragmentación". Al respecto explicó que los distintos actores, es decir los punteros políticos o la Iglesia, entre otros, "cada uno tiene un poquito", pero alertó que "van perdiendo frente al avance del narcotráfico".
El dirigente cuestionó que "el pibe que trabaja, que engancha un laburito cuando vuelve al barrio, gana menos que el que vende drogas o está vinculado a la política". También criticó que una familia llegue a preguntarse "si no le conviene poner una cocina de paco, antes que cualquier otra actividad". Y concluyó que esta situación va desplazando también al puntero político: "El puntero político ya no domina la calle, porque la domina el que vende droga".
A los efectos de combatir el problema del narcotráfico, Arroyo señaló la necesidad de fortalecer los valores, por un lado, y por otro la generación de políticas. En tal sentido se pronunció por la creación de "una unidad especial de combate a la venta de drogas por fuera de las fuerzas de seguridad", ya que, a su juicio "lo que no tiene que haber en la Argentina es alguien que venda drogas".
Además de la creación de esta unidad especial de combate a la venta de drogas, consideró necesario asegurar el derecho al primer empleo. "Todo joven tiene que tener una primera experiencia laboral, mientras termina la escuela o porque hay una exención impositiva en empresas", sostuvo. Y también remarcó la necesidad de que todos los terminen la escuela secundaria.
Periodista: ¿Que opinión le merece el programa PROGRESAR que anuncio la presidenta?
Daniel Arroyo: Es una buena iniciativa que debería ser reforzada con tutores para que el joven este acompañado en el proceso de estudiar. Uno de los problemas es que no tienen la constancia de continuar. Asimismo, incentivar políticas para que las empresas tomen a los jóvenes o los ayuden para, por ejemplo, comprarse las herramientas.
P.: ¿A cuánto asciende la pobreza en la Argentina?
D.A.: Yo diría básicamente que la situación social tiene tres datos críticos. El primero: 25% de pobreza. Uno de cada cuatro argentinos no tiene piso de material, no tiene los servicios básicos, no le alcanza lo mínimo. El segundo dato es el 32% de informalidad laboral. Una de cada tres personas que trabajan no tiene obra social, no tiene jubilación, no tiene vacaciones pagas. Y el tercer dato es que hay 900.000 jóvenes de 16 a 24 años que no estudian ni trabajan. Si uno tuviera que decir dónde está la foto social crítica, yo diría que es esa. La inflación viene a complicar todo. Me parece que hoy tenemos un fenómeno en tres partes, que se da en los sectores pobres. Uno es que nadie sabe cuánta plata hay que tener en el mes ni qué se compra con $100, con lo cual es la dinámica de siempre estar corriendo detrás. Dos, que hay un parate de changas, un parate en la construcción y en la industria textil. Entonces a la persona no sólo le alcanza menos por el plan social, sino que le entra menos por changas. Y tres, que hay un sobreendeudamiento. Gran parte de los sectores pobres con fotocopia del DNI terminan tomando créditos al 90 o al 100% anual. Hoy están pagando lo que no les entra. Con lo cual la inflación siempre les golpea más porque los sectores pobres gastan casi todos sus ingresos en alimento y transporte.
P.: Y a veces quizás no miden y gastan un poco más...
D.A.: Así como alguien tiende a gastar porque no sabe cómo ahorrar, lo mismo pasa con alguien que trata de ver cómo resuelve su problema. Todo eso está generando un malestar complicado. Al problema social y a la inflación, yo creo que en los grandes centros urbanos - en Rosario, en Córdoba, en el conurbano bonaerense-, se le agrega el tema de la venta de drogas, que se ha extendido fuerte: en frente de cualquier escuela hay alguien vendiendo paco. Y el acceso a armas, con lo cual se genera un malvivir constante y realmente complicado.
P: ¿Hoy la política tiene el control sobre la calle?
D.A.: Claramente, la política es hoy un actor más. La diferencia de América Latina con Argentina es que en una favela de Río de Janeiro el líder narco maneja el narcotráfico y también manda a los chicos a la escuela, las chicas se hacen los controles de salud, es un Estado bueno y malo. Para bien y para mal, hay algo que controla. La Argentina es fragmentación. En un barrio está el que vende paco, el que pone el corralón de materiales, el puntero del partido, la Iglesia que va a dar una mano, todos. Cada uno tiene un poquito, y van perdiendo frente al avance del narcotráfico. El pibe que trabaja, que engancha un laburito cuando vuelve al barrio, gana menos que el que vende drogas o está vinculado a la política. Entonces, ese pibe, lo que dice y lo que ven todos en el barrio, es: "No es por acá el camino, sino que va por otro lado". Una familia se pregunta si no le conviene poner una cocina de paco, antes que cualquier otra actividad. Y eso va desplazando también al puntero político. El puntero político ya no domina la calle, porque la domina el que vende droga.
P. ¿Qué se le contesta a una persona que sale de sol a sol a trabajar, porque cree en la honestidad del trabajo, frente a un vecino que no trabaja pero tiene ingresos?
D.A.: Es complicado. En la Argentina predominan los valores. Los padres les enseñan a los hijos. Los pobres, los que no son pobres, todos. El problema es que al que hace el camino correcto no le va bien. El que trabaja, el que se preocupa, gana menos que el que vende drogas. Entonces, varias veces los hijos se preguntan: "¿no estaré pifiándole?". Junto con ése se da otro fenómeno, que es que un pibe está hacinado en la casa, se va a la esquina, consume, porque si no consume no se integra al barrio. Yo cuando era chico si no jugaba a la pelota, me costaba hacerme un lugar en el barrio. Hoy el que no consume tiene un problema. Cuando consume tiene un problema de salud, una adicción, pero debe plata. Y cuando se endeuda se le acerca algún vivo para plantearle alguna idea para cancelar esa deuda. A mí me parece que acá hay dos planos. Uno, es el fortalecer los valores. Y otro es que hay que generar una política, una unidad especial de combate a la venta de drogas por fuera de las fuerzas de seguridad. Tenemos que cortar la venta de drogas. Lo que no tiene que haber en la Argentina es alguien que venda drogas.
P. ¿Otros países han logrado cortar la venta de drogas?
D.A.: Brasil tiene otro mecanismo porque usa las Fuerzas Armadas, cosa muy compleja en Argentina. Colombia ha avanzado algo en eso. La problemática de la venta de drogas está cruzada con la política, con la policía, varias cuestiones. Una cosa es el narcotráfico y la discusión sobre la producción. Lo otro que necesitamos es que nadie esté vendiendo en un barrio. Quebrar eso es fundamental. Si nosotros no generamos un mecanismo de ese estilo, es difícil. Contra los valores va el realismo puro. Si el camino alternativo va mejor que el camino que uno debe hacer, la verdad es que las palabras se terminan.
P.: Parece bastante difícil que estemos encaminados hacia eso...
D.A.: Yo soy optimista. A mí me parece que la política llegó a la conclusión de que hay un problema con el narcotráfico importante, y que esto repercute en el conjunto de la sociedad. Hace seis, ocho meses, no estaba ese consenso. Yo creo que hay dos o tres cosas que hay que sacar de la discusión política. Uno, tenemos que tener el derecho al primer empleo. Todo joven tiene que tener una primera experiencia laboral. Mientras termina la escuela, o porque hay una exención impositiva en empresas. Dos, hay que crear una unidad especial de combate a la venta de drogas. Acuerdo general. Y tercero, tenemos que hablar de que todos terminen la escuela secundaria. Si nosotros aunque sea avanzáramos por ahí, estaríamos dando un paso en la dirección correcta.
P.: ¿El Gobierno es consciente de esta situación?
D.A.: Yo creo que el Gobierno tiene un diagnóstico social equivocado. Creo que el Gobierno ve que las cosas están mejor que en 2003, lo cual es evidente, pero identifica más problemas de corporaciones, problemas mediáticos. El tema del narcotráfico no lo tomó en cuenta, no lo analizó, no lo vio y recién ahora lo está viendo. Estuvo 10 meses la SEDRONAR sin tener ninguna persona, hoy tiene una persona que se especializa en atención, eso ya es un avance. La cuestión del narcotráfico se la pasa a Seguridad. Es discutible, pero por lo menos alguien la va a tomar. Yo creo que están llegando muy tarde a ese tema, que no lo estaban viendo. Pero además tienen la idea de que la economía va bien, entonces no ve los problemas cotidianos. A mí me parece que hay un error de diagnóstico económico en el gobierno, sobre cómo tratar la inflación; social, de creer que las cosas están bien y no están; y político-institucional: hay una especie de vacío institucional, no queda claro quién toma decisiones. Todo ese paquete complica la vida cotidiana, pero no en teoría: en la práctica. El que está llevando la vida como puede, cuando ve que hay saqueos y que todo da lo mismo, va a manotear, porque dice: "Si no lo hago yo, lo va a hacer otro".
P.: Los valores no se reconstruyen fácilmente. Muchas veces se habló de que las crisis económicas se reconstruyen en varias generaciones. ¿Está "década ganada" va a terminar costando una, dos generaciones?
D.A.: A mí me parece que el concepto de la reconstrucción es más rápido ahora con redes sociales y con varias cuestiones. Y que básicamente lo que tenemos es un quiebre de valores, en el sentido de que al que va por el costado le va mejor que al que va por donde tiene que ir. Esto se reconstruye con ejemplaridad. Y requiere de participación. Mi impresión es que cuando los buenos se retiran quedan los vivos y los inescrupulosos. Si el buen tipo del barrio dice "yo no voy a ser concejal porque después me voy a quemar". Si cada uno entiende que lo suyo no está en meterse en lo público porque tiene miedo a quemarse, les está dejando el espacio a los vivos y a los inescrupulosos. Va a depender de cuánto participemos. Yo creo que se acomodan rápido los valores cuando hay ejemplos. Cuando la sociedad ve que alguien va para algún lado dice: "Caminemos por acá". Si al pibe que estudia y trabaja le va bien en el barrio, todos van a querer estudiar y trabajar. Eso es lo que tenemos que lograr. Arriba y abajo.
P.: ¿El resto de los partidos políticos están tomando conciencia de esto?
D.A.: En mi caso formo parte del Frente Renovador. Me parece que en general la política viene para mejor. Que efectivamente, dentro del peronismo, dentro de la alianza entre el FAP y el radicalismo, se van a construir, por lo menos, personas con otros valores. Mi impresión es que viene una política de gente más abierta al diálogo. Eso es un avance. Ahora, el diálogo es un instrumento. Lo que hay que hacer es romper la venta de drogas, lograr que los jóvenes tengan oportunidades.
P.: ¿Qué hacemos con la Justicia en esta materia?
D.A.: Fui Ministro de la provincia de Buenos Aires, estuve a cargo de los institutos de menores, vi que la Justicia y la policía son parte del problema, y que hay que hacer un cambio profundo, que no es lo que está planteando el Gobierno en términos de una lógica de democratización como se plantea. La Justicia va hoy por un carril paralelo y por fuera de dónde va la sociedad.
Para Arroyo "la inflación viene a complicar todo" a lo que se suma que "hay un parate de las changas", de donde los ingresos no le alcanzan a los sectores de menores recursos por la caída en el valor real de los planes sociales y las menores posibilidades de realizar changas. Y a ello se suma, explicó, un problema de "sobreendeudamiento" pues "gran parte de los sectores pobres con fotocopia del DNI terminan tomando créditos al 90 o al 100% anual".
Arroyo advirtió sobre la pérdida de "manejo de la calle", porque, según su opinión, "la Argentina es fragmentación". Al respecto explicó que los distintos actores, es decir los punteros políticos o la Iglesia, entre otros, "cada uno tiene un poquito", pero alertó que "van perdiendo frente al avance del narcotráfico".
El dirigente cuestionó que "el pibe que trabaja, que engancha un laburito cuando vuelve al barrio, gana menos que el que vende drogas o está vinculado a la política". También criticó que una familia llegue a preguntarse "si no le conviene poner una cocina de paco, antes que cualquier otra actividad". Y concluyó que esta situación va desplazando también al puntero político: "El puntero político ya no domina la calle, porque la domina el que vende droga".
A los efectos de combatir el problema del narcotráfico, Arroyo señaló la necesidad de fortalecer los valores, por un lado, y por otro la generación de políticas. En tal sentido se pronunció por la creación de "una unidad especial de combate a la venta de drogas por fuera de las fuerzas de seguridad", ya que, a su juicio "lo que no tiene que haber en la Argentina es alguien que venda drogas".
Además de la creación de esta unidad especial de combate a la venta de drogas, consideró necesario asegurar el derecho al primer empleo. "Todo joven tiene que tener una primera experiencia laboral, mientras termina la escuela o porque hay una exención impositiva en empresas", sostuvo. Y también remarcó la necesidad de que todos los terminen la escuela secundaria.
Periodista: ¿Que opinión le merece el programa PROGRESAR que anuncio la presidenta?
Daniel Arroyo: Es una buena iniciativa que debería ser reforzada con tutores para que el joven este acompañado en el proceso de estudiar. Uno de los problemas es que no tienen la constancia de continuar. Asimismo, incentivar políticas para que las empresas tomen a los jóvenes o los ayuden para, por ejemplo, comprarse las herramientas.
P.: ¿A cuánto asciende la pobreza en la Argentina?
D.A.: Yo diría básicamente que la situación social tiene tres datos críticos. El primero: 25% de pobreza. Uno de cada cuatro argentinos no tiene piso de material, no tiene los servicios básicos, no le alcanza lo mínimo. El segundo dato es el 32% de informalidad laboral. Una de cada tres personas que trabajan no tiene obra social, no tiene jubilación, no tiene vacaciones pagas. Y el tercer dato es que hay 900.000 jóvenes de 16 a 24 años que no estudian ni trabajan. Si uno tuviera que decir dónde está la foto social crítica, yo diría que es esa. La inflación viene a complicar todo. Me parece que hoy tenemos un fenómeno en tres partes, que se da en los sectores pobres. Uno es que nadie sabe cuánta plata hay que tener en el mes ni qué se compra con $100, con lo cual es la dinámica de siempre estar corriendo detrás. Dos, que hay un parate de changas, un parate en la construcción y en la industria textil. Entonces a la persona no sólo le alcanza menos por el plan social, sino que le entra menos por changas. Y tres, que hay un sobreendeudamiento. Gran parte de los sectores pobres con fotocopia del DNI terminan tomando créditos al 90 o al 100% anual. Hoy están pagando lo que no les entra. Con lo cual la inflación siempre les golpea más porque los sectores pobres gastan casi todos sus ingresos en alimento y transporte.
P.: Y a veces quizás no miden y gastan un poco más...
D.A.: Así como alguien tiende a gastar porque no sabe cómo ahorrar, lo mismo pasa con alguien que trata de ver cómo resuelve su problema. Todo eso está generando un malestar complicado. Al problema social y a la inflación, yo creo que en los grandes centros urbanos - en Rosario, en Córdoba, en el conurbano bonaerense-, se le agrega el tema de la venta de drogas, que se ha extendido fuerte: en frente de cualquier escuela hay alguien vendiendo paco. Y el acceso a armas, con lo cual se genera un malvivir constante y realmente complicado.
P: ¿Hoy la política tiene el control sobre la calle?
D.A.: Claramente, la política es hoy un actor más. La diferencia de América Latina con Argentina es que en una favela de Río de Janeiro el líder narco maneja el narcotráfico y también manda a los chicos a la escuela, las chicas se hacen los controles de salud, es un Estado bueno y malo. Para bien y para mal, hay algo que controla. La Argentina es fragmentación. En un barrio está el que vende paco, el que pone el corralón de materiales, el puntero del partido, la Iglesia que va a dar una mano, todos. Cada uno tiene un poquito, y van perdiendo frente al avance del narcotráfico. El pibe que trabaja, que engancha un laburito cuando vuelve al barrio, gana menos que el que vende drogas o está vinculado a la política. Entonces, ese pibe, lo que dice y lo que ven todos en el barrio, es: "No es por acá el camino, sino que va por otro lado". Una familia se pregunta si no le conviene poner una cocina de paco, antes que cualquier otra actividad. Y eso va desplazando también al puntero político. El puntero político ya no domina la calle, porque la domina el que vende droga.
P. ¿Qué se le contesta a una persona que sale de sol a sol a trabajar, porque cree en la honestidad del trabajo, frente a un vecino que no trabaja pero tiene ingresos?
D.A.: Es complicado. En la Argentina predominan los valores. Los padres les enseñan a los hijos. Los pobres, los que no son pobres, todos. El problema es que al que hace el camino correcto no le va bien. El que trabaja, el que se preocupa, gana menos que el que vende drogas. Entonces, varias veces los hijos se preguntan: "¿no estaré pifiándole?". Junto con ése se da otro fenómeno, que es que un pibe está hacinado en la casa, se va a la esquina, consume, porque si no consume no se integra al barrio. Yo cuando era chico si no jugaba a la pelota, me costaba hacerme un lugar en el barrio. Hoy el que no consume tiene un problema. Cuando consume tiene un problema de salud, una adicción, pero debe plata. Y cuando se endeuda se le acerca algún vivo para plantearle alguna idea para cancelar esa deuda. A mí me parece que acá hay dos planos. Uno, es el fortalecer los valores. Y otro es que hay que generar una política, una unidad especial de combate a la venta de drogas por fuera de las fuerzas de seguridad. Tenemos que cortar la venta de drogas. Lo que no tiene que haber en la Argentina es alguien que venda drogas.
P. ¿Otros países han logrado cortar la venta de drogas?
D.A.: Brasil tiene otro mecanismo porque usa las Fuerzas Armadas, cosa muy compleja en Argentina. Colombia ha avanzado algo en eso. La problemática de la venta de drogas está cruzada con la política, con la policía, varias cuestiones. Una cosa es el narcotráfico y la discusión sobre la producción. Lo otro que necesitamos es que nadie esté vendiendo en un barrio. Quebrar eso es fundamental. Si nosotros no generamos un mecanismo de ese estilo, es difícil. Contra los valores va el realismo puro. Si el camino alternativo va mejor que el camino que uno debe hacer, la verdad es que las palabras se terminan.
P.: Parece bastante difícil que estemos encaminados hacia eso...
D.A.: Yo soy optimista. A mí me parece que la política llegó a la conclusión de que hay un problema con el narcotráfico importante, y que esto repercute en el conjunto de la sociedad. Hace seis, ocho meses, no estaba ese consenso. Yo creo que hay dos o tres cosas que hay que sacar de la discusión política. Uno, tenemos que tener el derecho al primer empleo. Todo joven tiene que tener una primera experiencia laboral. Mientras termina la escuela, o porque hay una exención impositiva en empresas. Dos, hay que crear una unidad especial de combate a la venta de drogas. Acuerdo general. Y tercero, tenemos que hablar de que todos terminen la escuela secundaria. Si nosotros aunque sea avanzáramos por ahí, estaríamos dando un paso en la dirección correcta.
P.: ¿El Gobierno es consciente de esta situación?
D.A.: Yo creo que el Gobierno tiene un diagnóstico social equivocado. Creo que el Gobierno ve que las cosas están mejor que en 2003, lo cual es evidente, pero identifica más problemas de corporaciones, problemas mediáticos. El tema del narcotráfico no lo tomó en cuenta, no lo analizó, no lo vio y recién ahora lo está viendo. Estuvo 10 meses la SEDRONAR sin tener ninguna persona, hoy tiene una persona que se especializa en atención, eso ya es un avance. La cuestión del narcotráfico se la pasa a Seguridad. Es discutible, pero por lo menos alguien la va a tomar. Yo creo que están llegando muy tarde a ese tema, que no lo estaban viendo. Pero además tienen la idea de que la economía va bien, entonces no ve los problemas cotidianos. A mí me parece que hay un error de diagnóstico económico en el gobierno, sobre cómo tratar la inflación; social, de creer que las cosas están bien y no están; y político-institucional: hay una especie de vacío institucional, no queda claro quién toma decisiones. Todo ese paquete complica la vida cotidiana, pero no en teoría: en la práctica. El que está llevando la vida como puede, cuando ve que hay saqueos y que todo da lo mismo, va a manotear, porque dice: "Si no lo hago yo, lo va a hacer otro".
P.: Los valores no se reconstruyen fácilmente. Muchas veces se habló de que las crisis económicas se reconstruyen en varias generaciones. ¿Está "década ganada" va a terminar costando una, dos generaciones?
D.A.: A mí me parece que el concepto de la reconstrucción es más rápido ahora con redes sociales y con varias cuestiones. Y que básicamente lo que tenemos es un quiebre de valores, en el sentido de que al que va por el costado le va mejor que al que va por donde tiene que ir. Esto se reconstruye con ejemplaridad. Y requiere de participación. Mi impresión es que cuando los buenos se retiran quedan los vivos y los inescrupulosos. Si el buen tipo del barrio dice "yo no voy a ser concejal porque después me voy a quemar". Si cada uno entiende que lo suyo no está en meterse en lo público porque tiene miedo a quemarse, les está dejando el espacio a los vivos y a los inescrupulosos. Va a depender de cuánto participemos. Yo creo que se acomodan rápido los valores cuando hay ejemplos. Cuando la sociedad ve que alguien va para algún lado dice: "Caminemos por acá". Si al pibe que estudia y trabaja le va bien en el barrio, todos van a querer estudiar y trabajar. Eso es lo que tenemos que lograr. Arriba y abajo.
P.: ¿El resto de los partidos políticos están tomando conciencia de esto?
D.A.: En mi caso formo parte del Frente Renovador. Me parece que en general la política viene para mejor. Que efectivamente, dentro del peronismo, dentro de la alianza entre el FAP y el radicalismo, se van a construir, por lo menos, personas con otros valores. Mi impresión es que viene una política de gente más abierta al diálogo. Eso es un avance. Ahora, el diálogo es un instrumento. Lo que hay que hacer es romper la venta de drogas, lograr que los jóvenes tengan oportunidades.
P.: ¿Qué hacemos con la Justicia en esta materia?
D.A.: Fui Ministro de la provincia de Buenos Aires, estuve a cargo de los institutos de menores, vi que la Justicia y la policía son parte del problema, y que hay que hacer un cambio profundo, que no es lo que está planteando el Gobierno en términos de una lógica de democratización como se plantea. La Justicia va hoy por un carril paralelo y por fuera de dónde va la sociedad.
martes, 18 de febrero de 2014
viernes, 14 de febrero de 2014
jueves, 13 de febrero de 2014
1er Encuentro de Programas de becas para jóvenes en situación de vulnerabilidad social
Asociación Conciencia organiza el 1er Encuentro de Programas de Becas para adolescentes y jóvenes en situación de vulnerabilidad social. Se llevará a cabo el 25 de febrero en el Club Libanes y participarán ONGs, Fundaciones, universidades, instituciones y organismos que implementen programas de becas en los niveles secundario, universitario y terciario. Entre ellos Cimientos, Caritas, Banco Francés, Conbeca, Fonbec y otros.
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El objetivo de la jornada de trabajo “Crecer en Red” es que “todos los programas de becas puedan conocerse, fortalecerse y enriquecerse mutuamente para superarse en la tarea de acompañar a los jóvenes en sus estudios y proyectos de vida”.
La agenda de actividades incluye conocer los objetivos, visión y misión de cada Programa; tomar contacto con diferentes metodologías de trabajo; compartir las fortalezas y también los obstáculos con los cuales ha tropezado cada programa en su implementación. Coordina y cierra la jornada, Daniel Arroyo, ex viceministro de Desarrollo Social de la Nación.
“Crecer en Red”, el primer encuentro de todos programas de becas a nivel nacional, será un verdadero aporte para la educación de nuestro país y para el desafío de acompañar la formación integral de jóvenes en situación de vulnerabilidad social.
lunes, 10 de febrero de 2014
Daniel Arroyo en "Quiero que me expliquen" por canal Metro
Hoy a las 24 hs, Daniel Arroyo estará en el programa de Gerardo Young "Quiero que me expliquen" que transmite canal Metro. La situación social en Argentina y las perspectivas para los próximos años serán los temas centrales en esta ocasión.
viernes, 7 de febrero de 2014
jueves, 6 de febrero de 2014
Daniel Arroyo en radio El Mundo
A continuación, presentamos el enlace donde se encuentra el audio de la participación de Daniel Arroyo en el programa "Del arco político" de Darío Del Arco que transmite radio El Mundo.
http://tinyurl.com/qzy39a9
http://tinyurl.com/qzy39a9
miércoles, 5 de febrero de 2014
Daniel Arroyo en radio El Mundo
Esta mañana, Daniel Arroyo fue entrevistado por Darío Del Arco en su programa "Del arco político" que transmite radio El Mundo. El anuncio del aumento de las jubilaciones y la ayuda escolar fueron los temas principales en esta ocasión.
martes, 4 de febrero de 2014
Daniel Arroyo en radio Continental
Daniel Arroyo fue entrevistado ayer lunes 3 de febrero por Paulino Rodrígues en su programa "Antes que mañana" que transmite radio Continental. En esta ocasión, la situación social y el impacto de la inflación en el empleo fueron los temas principales.
lunes, 3 de febrero de 2014
Con los ‘ni ni’ la Argentina se juega su futuro
Por Daniel Arroyo
Publicado en diario Perfil el día domingo 2 de febrero de 2014
La Argentina tiene varios problemas sociales: 25% de pobreza, 32% de informalidad laboral, altos niveles de desigualdad, aumento de la violencia en los hogares y también mayor consumo y venta de droga. Pero tiene un “problemón” social: cerca de 1,5 millón de jóvenes que no estudian, no trabajan o lo hacen en forma precaria. Esa es la cuestión social más crítica que tiene nuestro país y en donde se juega si tendremos futuro o no.
Publicado en diario Perfil el día domingo 2 de febrero de 2014
Un dossier especial sobre los jóvenes que no trabajan ni estudian. Su hipoteca sobre el porvenir, su condición de grupo social heterogéneo y el análisis de los anteriores planes, educativos y laborales, que los tuvieron como beneficiarios.
La Argentina tiene varios problemas sociales: 25% de pobreza, 32% de informalidad laboral, altos niveles de desigualdad, aumento de la violencia en los hogares y también mayor consumo y venta de droga. Pero tiene un “problemón” social: cerca de 1,5 millón de jóvenes que no estudian, no trabajan o lo hacen en forma precaria. Esa es la cuestión social más crítica que tiene nuestro país y en donde se juega si tendremos futuro o no.
Se trata de jóvenes 18 a 24 años que están sin hacer nada o que entran y salen del trabajo y del ámbito educativo con frecuencia. No tienen problemas para realizar tareas, pero les cuesta sostener la rutina del trabajo. Para ellos lo difícil no es entender qué hacer, sino ir a trabajar todos los días ocho horas, en parte porque muchos no han visto trabajar ni a sus padres ni a sus abuelos.
La misma situación se da en la escuela, en donde el desafío es sostenerse, evitar el desenganche y la abulia. Por eso es necesaria una reforma que revise los objetivos de la escuela secundaria y los vincule con los sectores productivos y los intereses de los jóvenes, que incorporan muy rápido las nuevas tecnologías.
Son muy pocos los jóvenes que “nunca” estudian ni trabajan. En la mayoría de los casos entran y salen: están un tiempo en la escuela, no logran sostenerse y se quedan afuera o enganchan un trabajo con mucha dificultad que, generalmente, no termina de darles continuidad.
El hacinamiento y las adicciones aumentan los problemas: un ciclo frecuente en los grandes centros urbanos –Rosario, Córdoba, conurbano bonaerense– es el de un chico que, hacinado en su casa, se va a la esquina porque hay más lugar y mejores condiciones. Ahí empieza a consumir porque todos lo hacen y luego se endeuda. Allí es donde se le acerca alguien a ofrecerle cualquier alternativa para cancelar esa deuda. Esta es una realidad de la que muchos son víctimas y se completa con una creciente estigmatización que los identifica como culpables de la inseguridad. A esto hay que agregar el alto porcentaje de embarazo adolescente que reproduce nuevamente el esquema de hacinamiento y vuelve a complicar las cosas.
Al que engancha un trabajo o una “changuita” también se le complica porque cuando vuelve al barrio, ve que gana menos que el que vende droga o está vinculado a otra actividad.Esta situación aumenta la falta de horizonte e instala la idea de “no saber para dónde ir”, porque da la impresión de que les va mejor a los que andan por la banquina.
Así, un serio problema es que el que estudia y trabaja no es al que le va mejor en el barrio, con lo cual la lectura que cualquier joven puede hacer es que la movilidad social ascendente no pasa hoy por el trabajo, sino por los caminos alternativos.
Este fenómeno no es nuevo, pero sin dudas se ha agudizado en los últimos años. Los jóvenes “ni ni” surgen como producto de la crisis social, el desempleo y la movilidad social descendente de los 90 que llevó a que, por primera vez en Argentina, la generación de los hijos estuviera peor y tuviera menos oportunidades que la de sus padres. En ese período se consolida la tercera generación de no trabajo –jóvenes que no han visto ni a su padre ni a su abuelo trabajar con continuidad–. Pero el neoliberalismo y los 90 no son la única razón de la situación de hoy: a 14 años de iniciados los 2000 siguen afuera de todo.
Se podría decir que los 90 marcaron la precarización, el desempleo y el desenganche de los jóvenes respecto del mundo laboral, mientras que en la última década se agudizó el aumento de venta de droga en los barrios, el mayor acceso a armas y la idea de que hay caminos alternativos que parecen ser más rentables que el estudio y el trabajo.
Si los 90 marcaron para los jóvenes la movilidad social descendente, en la última década ese proceso se detuvo, pero no se logró construir un nuevo mecanismo de ascenso social.En ese contexto, el Estado ha dado algunas respuestas con acciones como la Asignación Universal por Hijo –que cubre hasta los 18 años– y los programas Más y Mejor Trabajo (Ministerio de Trabajo) y Conectar Igualdad (Ministerio de Educación). El sector privado financia más de 10 mil becas educativas por año y las organizaciones sociales han extendido redes de acompañamiento escolar y capacitación laboral.
Todas estas iniciativas marcan la preocupación que la sociedad tiene respecto de la integración de los jóvenes. Sin embargo, el problema es claramente de una escala mayor y por eso se requieren nuevos instrumentos, muchos recursos, articulación de acciones y una política de Estado que fije como prioridad la inclusión.
Posibles soluciones. El anuncio reciente de la puesta en marcha del plan Progresar para jóvenes de 18 a 24 años que no estudian, no trabajan o tienen trabajo precario es, sin dudas, una buena iniciativa y tiene la intención de llegar a una población que realmente está fuera de todo y a la que hasta aquí el Estado no ha logrado cubrir.
El esquema de transferir $ 600 por mes para que los jóvenes completen el ciclo educativo también parece una buena iniciativa en la medida en que, sin un incentivo económico, difícilmente el Estado pueda dar o vincularse con los jóvenes excluidos que están en los “no lugares” –en la esquina, en la plaza, en la puerta de un kiosco, etc.–.
Ahora bien, está claro que con ello no alcanza en absoluto y que la sola transferencia de dinero no va a generar un cambio en las condiciones de vida o en las oportunidades de los jóvenes. De allí la necesidad de avanzar en varias acciones que complementen la transferencia de dinero:
◆ Red de tutores: es clave generar una red de tutores con personas que tengan legitimidad. Por ejemplo, una maestra que tiene buena llegada, un referente barrial o religioso. Se trata de potenciar una red de tutores creíbles a los que los jóvenes sientan que no deben fallarles y que los ayuden a sostenerse en el trabajo o en la escuela. La clave es acompañar y generar espacios de capacitación y entrenamiento en función de sus perfiles y preferencias.
◆ Derecho al primer empleo: una política central es promover el derecho al primer empleo a través de exenciones impositivas a las actividades productivas que incorporen masivamente a jóvenes. Debería ser un derecho que actúe como una política laboral permanente de estímulo fiscal a las empresas que contraten formalmente a jóvenes.
◆ Masificación del crédito: los jóvenes no acceden al crédito bancario por falta de garantías. La masificación de los sistemas de créditos con montos pequeños favorecería la vocación emprendedora y el desarrollo de innovaciones productivas. El desafío es llegar con tasas de interés subsidiadas para jóvenes que tengan buenos proyectos y apostar a la calidad de sus ideas.
◆ Sistema dual en la escuela secundaria: existe un abismo entre la escuela y el trabajo. De hecho, gran parte de los jóvenes desocupados tiene secundaria completa. Para achicar esa brecha, la idea es ir a un sistema dual, donde en los últimos años un joven está en la escuela y además hace pasantías o capacitaciones específicas, de modo que pueda empalmar estudio y trabajo.
◆ Escuelas de oficios locales: es necesario trabajar paralelamente los problemas de oferta y de demanda. La conformación de escuelas de oficios es una alternativa importante para la inserción de muchos jóvenes en la economía social, ya que se trata de una formación dinámica, flexible y, sobre todo, vinculada a la producción local.
Finalmente, crear una Unidad Especial de Combate a la Venta de Droga. Es claro que aumentó la venta de droga en los barrios y que una “changuita” paga menos que la venta de droga. Y hay familias que se preguntan si no es más conveniente poner una cocina de paco que esforzarse en actividades lícitas. Para enfrentar esto, hay que generar un esquema institucional especial –por fuera del esquema de seguridad actual– con la única función de detectar los puntos de venta y eliminarlos.
La idea de que los jóvenes son el futuro es buena si logramos que tengan presente. Desarrollar acciones que realmente impacten sobre sus vidas cotidianas, recuperen el sentido del esfuerzo y la búsqueda del progreso, es la prioridad que nos permitirá construir la Argentina del mañana. La puesta en marcha del plan Progresar da cuenta de que hay un vacío grande en el vínculo con los jóvenes y eso, de por sí, es un avance. Pero es clave poder hacerlo bien, evitar la tendencia al clientelismo y a la discrecionalidad, y generar un sistema que realmente dé oportunidades educativas y laborales para los jóvenes.
Los programas sociales nunca son inocuos. Cuando funcionan mal, promueven la frustración, la idea de que nada se puede hacer. Hay que lograr que este programa funcione bien y cumpla sus metas porque si no, como en el juego de la oca, la política pública va a retroceder cinco casilleros respecto de las expectativas de los jóvenes, y corremos el riesgo de que consoliden una idea que tienen muy arraigada: que muchos hablan, pero nadie hace nada por ellos.
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