El ex viceministro de Desarrollo Social de Alicia Kirchner, Daniel Arroyo, presentó un paquete de medidas de "segunda generación" en políticas sociales para apuntalar el empleo en los jóvenes a través del derecho al primero trabajo y pasantías desde la secundaria.
Fuera del "speech" mediático de coyuntura del massismo, el ex ministro de Desarrollo Social de la provincia y ex secretario de Políticas Sociales de la Nación, Daniel Arroyo, añade un nuevo perfil al espacio político de Sergio Massa. En una entrevista con LA CAPITAL, el ex funcionario oficialista criticó la situación social del país y el tipo de respuestas por parte del Estado. Consideró que ya no se debe trabajar sobre programas específicos sino de forma integral con la familia: "Lo importante es el acompañamiento", resalta, para que los chicos terminen efectivamente la escuela, los padres se mantengan con empleo y haya respuestas para todos los miembros de la familia.
Además, durante la entrevista subrayó que "el problema de la droga no es un problema de adicción" sino un problema económico: "Al pibe que trabaja le va peor que al que vende droga". Afirmó que hay más de medio millón de pobres endeudados con créditos a tasas altísimas y presentó una serie de propuestas en políticas sociales de "segunda generación".
-¿Cuál es su análisis sobre la situación en la Argentina?
-La sociedad está mejor que hace 10 años pero la situación social empeoró durante estos últimos 3 o 4 años. Hay tres situaciones críticas: Hay un 27% de pobreza, la gente no tiene para lo mínimo; un 34% de trabajo informal, una de cada tres personas que trabaja tiene trabajo precario, no tiene obra social ni jubilación; y un millón y medio de jóvenes que no estudian ni trabajan. Ahí está el núcleo del problema social en la Argentina y con las políticas que se están aplicando no se está resolviendo porque hay que ir hacia otra etapa de políticas sociales.
El modelo de
política social
-¿Qué se está haciendo y cuál sería esa otra etapa?
-La Argentina tiene un modelo de política social viejo y agotado que es de trabajar a través de programas específicos por sectores: niños, adultos mayores, comunidades aborígenes, para discapacitados. Entonces cuando un asistente social evalúa la familia busca cada programa para resolver los problemas que encuentra. Eso serviría si los problemas fueran acotados y tuviéramos un 2% de pobreza y tres chicos que no estudian ni trabajan pero tenemos otra magnitud de problemas, entonces apuntamos a la vinculación familiar. Necesitamos que el trabajador social identifique los distintos problemas que tienen los integrantes de la familia y apliquen directamente la solución. La idea es trabajar sobre la base de la familia, es cambiar el paradigma: hay que identificar en qué barrios está la situación más crítica e ir familia por familia a través de una red que vaya integrando los problemas y las soluciones.
-¿Cuáles serían esos problemas a resolver?
-Primero hay que tomar el tema del empleo, de la vivienda y lo básico, y luego un trabajo de acompañamiento. Lo importante es el acompañamiento. Quiere decir que una familia que tiene una beca para que el chico complete la escuela efectivamente complete la escuela, tal programa de trabajo y demás, pero también un seguimiento para que a medida que van cumpliendo los objetivos vayan saliendo de ese proceso. El trabajador social decide dar la beca al chico a cambio de que termine la escuela, el padre tiene que hacer tal curso de capacitación influyendo directamente y debe marcar un programa de ruta para la familia.
-¿Cuánta plata se destina hoy en políticas sociales?
-En total se destinan 75 mil millones de pesos. De eso, 69 mil millones se inyectan directo a las personas. Casi todo. Eso favorece la economía local, una persona en Mar del Plata va a comprar al comercio que le queda cerca y genera un fenómeno de economía local. Pero si la gente no permanece con trabajo, no finaliza la secundaria, si el sistema de salud no le funciona y no ha tenido la salita se va desfasando todo y por eso hay que complementar con el acompañamiento. Hay 6 millones de personas en distintos programas sociales que hay que ir acompañando.
-¿Cuál es la diferencia entre el modelo actual y el que propone?
-Se puede decir que hay una primera generación de políticas sociales que son de asistencia directa para cuando hay problemas de hambre y una segunda relacionada a cuestiones más complejas como el término de la secundaria, los chicos que no estudian ni trabajan, la calidad del empleo. La Argentina tiene acciones de primera generación pero no tiene de segunda generación que tiene que ver con acompañar todo ese proceso. En ese sentido nosotros planteamos el derecho al primer empleo, que toda empresa con jóvenes tenga una reducción impositiva, sistema dual de pasantías durante la escuela secundaria, una red de 20 mil tutores, la masificación del crédito, una unidad especial de combate a la venta de drogas, descentralizar los recursos, todo un paquete de medidas que no tienen como política la asistencia alimentaria. Todo eso falta en la política social y planteamos hacerlo en escala y no en pequeños programas. Tiene que alcanzar a un millón y medio de jóvenes.
El problema
de la droga
-¿Qué es la unidad especial de combate a la droga?
-Partimos de la base de que el problema de la droga no es un problema de adicción; no es el problema de un chico que está en una situación de adicción, sino un problema de unidad económica: al pibe que trabaja le va peor que al que vende droga. Eso quiebra cualquier estructura. Lo que hay que crear, entonces, es una unidad especial de combate a la venta de droga que tenga la única tarea de combatir la venta de droga en los barrios. Si cortamos la venta de droga y creamos mecanismos de ascenso por el lado del trabajo y de la escuela vamos a cambiar la tendencia.
-¿Qué papel tiene la policía y la Justicia en eso?
-Hay que aprovechar las policías municipales para crear este mecanismo. La problemática de la venta de droga está en los grandes centros urbanos. No hablo de atacar a los grandes carteles de droga que es otra discusión sino que al pibe del barrio que estudia y trabaja le vaya mejor y que no haya un mecanismo alternativo de ascenso económico.
-¿De qué se trata la propuesta de masificar el crédito?
-Hay un fenómeno en donde hay 4 millones de personas que trabajan (gasistas, plomeros, cuentapropistas) que no son sujetos de crédito bancario porque no tienen casa, no tienen auto y no califican para un banco. Esas personas tienen un único camino que son los sistemas financieros como "Efectivo ya" o "Crédito sí" que contra fotocopia del DNI sacan un crédito pero a tasas altísimas. Las personas lo toman porque entre lo malo y la nada, actúan racionalmente, y toman lo malo. Identifican que pueden pagar la cuota sin atender que a larga terminan pagando más. Según la Red Argentina de Microcrédito hay cerca de 600 mil personas que han tomado crédito mediante estos mecanismos y es una gran parte del problema. Tenemos que generar créditos en otras condiciones porque si una persona saca un crédito para comprar una herramienta de trabajo y la paga cinco veces más cara trabaja para pagar la herramienta. Hace falta darle crédito con subsidio de tasa al 8% anual para que le vaya bárbaro como carpintero y le dé trabajo a otro.
-¿Qué diferencia tendría la red de tutores con las manzaneras?
-Las manzaneras fueron una red que tenían una función muy vinculada a la leche y la nutrición. Hoy no es esa la problemática y la red de tutores tiene otro rol partiendo de la base de que no lo inventamos sino que tiene que ser quien tenga legitimidad: el cura, el pastor, el vecino del barrio que tiene legitimidad. Es una tarea que consiste en que vaya 2 o 3 veces por semana a ver al chico, una vez por semana a la escuela. Un mecanismo de trabajo que es responsabilidad del reconstruir el método en el joven y la familia. Hay que crear una red de 20 mil tutores.