martes, 5 de agosto de 2014

Daniel Arroyo en el Diario La Opinion


El domingo pasado, el Diario La Opinion de Pergamino publicó una nota de Daniel Arroyo.


Daniel Arroyo: “Hay un nuevo sujeto social en la Argentina que es el que vende droga”


El exministro de Desarrollo Social fue uno de los disertantes de la Jornada Sociedad y Adicciones organizada por la Fundación Santiago Laguía. En una entrevista con LA OPINION dio su parecer sobre el fenómeno del consumo y abundó sobre posibles soluciones.

DE LA REDACCION. Daniel Arroyo, exministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires e integrante de la Red de Prioridades Argentinas, fue uno de los disertantes de la Primera Jornada sobre Sociedad y Adicciones organizada por la Fundación Santiago Laguía, conjuntamente con el Municipio en el marco de la campaña “La verdad sobre las drogas”.

En una entrevista concedida a LA OPINION ofreció su mirada sobre la problemática del consumo de drogas y brindó su opinión sobre posibles caminos de solución para cambiar condiciones de lo social que influyen en este flagelo.

- ¿Qué políticas considera que deben implementarse frente al incremento del consumo de drogas?
- Considero que hay que trabajar en las políticas de segunda generación, asociadas a las adicciones, la deserción en la escuela secundaria, el millón y medio de jóvenes que no estudian ni trabajan, los problemas de empleo. Sobre las políticas de segunda generación hay que dar un fuerte debate en Argentina.

- ¿Cuál es su mirada respecto del consumo de drogas?


- La problemática de las adicciones hay que contextualizarla. Argentina tiene tres problemas centrales: un 30 por ciento de pobreza; un 34 por ciento de trabajo informal; y un millón y medio de jóvenes que no estudian ni trabajan. A esos problemas hay que sumar otros que los han ido complicando, la inflación que nos complica a todos; y el aumento de la venta de droga que cruza la temática de las adicciones porque la venta se transformó en una nueva unidad económica y al que vende droga le va mejor que al que trabaja. Hay un nuevo sujeto social en la Argentina que es el que vende droga. Está el peón rural, el docente, el jubilado, el médico y el que vende drogas y éste además gana más plata que el resto. Lo que intento señalar es que el problema de las adicciones tiene que ver con un funcionamiento complicado de la estructura social y de ahí la necesidad de tomar medidas para revertir esto.

- ¿Cuáles serían las políticas que a su criterio habría que implementar para intentar revertir esta realidad?
- Hay que generar el derecho al primer empleo, volver a un sistema dual en la escuela secundaria para que los chicos puedan hacer pasantías rentadas mientras estudian. Construir una unidad especial de combate a la venta de drogas, cambiar el esquema y cortar la venta en los barrios. Yo he sido viceministro de Desarrollo Social en Nación y ministro en la Provincia y creo que si no encaramos políticas de segunda generación capaces de sostenerse en el tiempo no se van a poder transformar estos problemas en el país.

- ¿Cómo se llevan a la práctica esas ideas?
- Hay que aprovechar la etapa de las policías municipales y en función de ello crear una unidad especial por fuera de las fuerzas de seguridad con una única tarea y con poder de policía para intervenir frente a la venta. No estoy hablando de la situación del narcotráfico, del debate del lavado de dinero, sino de lo que pasa en los barrios, donde un pibe que consigue un trabajo descubre que gana menos que el que vende droga. Entonces para una familia tener una cocina de paco en su casa le resulta una actividad más rentable que trabajar. Esa es la ecuación que hay que cambiar. En el plano de la educación hay que hacer una profunda transformación de la escuela secundaria y reconstruir la movilidad social. Argentina tiene al 98 por ciento de los chicos en la escuela primaria y en el secundario la deserción es del 40 por ciento. Esto sucede porque no queda claro qué cosa de lo que aprende en la escuela le sirve para el trabajo. Hay temas en los que hay que hacer cambios radicales, fundacionales, no alcanza con pequeñas mejoras.


La Opinion de Pergamino