Las divisiones
políticas - que con diálogo, debate productivo y consenso podemos ir cerrando -
no nos debería impedir dejar de sentir y dejar de ver que la gran grieta de los Argentinos es la grieta de la desigualdad social.
Esta grieta social se refleja en que hoy vivimos en 4 Argentinas: una de la pobreza
estructural que recibe planes sociales; otra de los sectores vulnerables, que
son los trabajadores informales y las personas que viven de changas que van
siendo los nuevos pobres; otra de la clase media que vive una movilidad social
precaria de ascensos y descensos y otra de la clase alta que tiene una
movilidad social garantizada.
En nuestro tiempo, a nivel
global, regional y local emerge una
nueva y multidimensional cuestión social, laboral y productiva - que ya no
solo afecta a la pobreza estructural y a los sectores vulnerables, sino también
ahora a parte de la clase media – y que a mí me parece podemos resumir en las
siguientes 12 realidades:
1. El
hijo de un joven que viene de la tercera generación de excluidos ya forma parte
de la cuarta generación de excluidos y así se va profundizando la reproducción
intergeneracional de la pobreza.
2. Vivimos
un nuevo fenómeno de implosión social donde por el malvivir la gente revienta
para adentro y eso en parte explica mucho de la ola de violencia que se vive
día a día.
3. Uno
de cada tres hogares está encabezado por una mujer; las mismas ganan entre 25%
y 30% menos que los hombres y sufren desigualdades múltiples que profundizan su pobreza y la de sus hijos.
4. Bajó
el consumo de leche y de carne. Los niños sufren un cepo social, porque aún
comiendo todos los días no siempre significa estar sanos; bien nutridos; bien
alimentados; crecer bien y aprender bien.
5. El
titulo secundario y hasta el universitario ya no siempre garantiza un trabajo
formal con un buen salario.
6. Tener
un trabajo formal ya no siempre garantiza salir de la pobreza.
7. Tener
una jubilación o una pensión ya no siempre garantiza comer bien y poder comprar
remedios y además hoy va surgiendo una nueva generación de adultos sin aportes
previsionales.
8. Junto
a 1.500.000 jóvenes que ni estudian, ni trabajan, va surgiendo una nueva
generación de jóvenes sin formación laboral para el siglo 21.
9. Una
mamá con su hijo adicto rebota en todos lados por la falta de centros de
asistencia de las adicciones y la cultura del esfuerzo se va frenando cuando el
que vende droga gana más que él que trabaja.
10. Tener
un buen trabajo y un buen salario ya no siempre garantiza poder comprar la vivienda
propia y va surgiendo una nueva generación de inquilinos en lugar de
propietarios.
11. Para
los micro, pequeños y medianos
empresarios y productores invertir en producir ya no siempre significa
tener ganancias.
12. Hay
un cepo a la solidaridad cuando las entidades sin fines de lucro tienen casi los
mismos costos que una empresa de juegos de azar.
Las problemáticas multidimensionales como las
que estamos viviendo implican nuevos enfoques y nuevos abordajes multidimensionales.
Debemos generar nuevas concertaciones
donde lo social, lo laboral y lo productivo vayan de la mano, porque ni todo lo puede resolver el Estado,
ni todo lo puede resolver el mercado. Necesitamos redes de gestión y
gestiones que funcionen en red con otros actores públicos, privados y de la
sociedad civil.
El
diálogo intersectorial es fundamental para contribuir entre todos a reducir la
pobreza, para promover la movilidad social ascendente y para fortalecer a los
micro, pequeños y medianos productores, comerciantes y empresarios.
La
Argentina del Bicentenario necesita ya, en forma urgente institucionalizar el
diálogo intersectorial por medio de la convocatoria a un Consejo Económico y
Social. El diálogo intersectorial es garantía de
calidad institucional y de innovación de gestión. Creo en las políticas públicas participativas que se diseñan, se
implementan y se evalúan con la experiencia y el conocimiento de los gobiernos,
de los trabajadores y de los productores.
Este Consejo es una oportunidad de una mayor
unión nacional y para ir pasando de las
políticas públicas aisladas a una nueva generación de políticas públicas del
siglo 21 integrales, integradoras e intersectoriales.
En
este tiempo de celebración del Bicentenario que bueno sería que 2016-2026 quede
en la historia como una década del diálogo y de los consensos que se
transformen en nuevas políticas públicas. La
educación debe volver a facilitar el
acceso a un trabajo formal con un buen salario. Un buen trabajo debe volver a
permitir comprar el terreno y el techo propio. Invertir y producir debe volver
a ser sinónimo de crear buenos trabajos y de tener buenas ganancias. Soy
aquellos de los que creen que es posible
una Argentina donde el que estudia, el que trabaja y el que produce sea al que
mejor le vaya en el barrio, en el pueblo y en la ciudad.
Daniel Arroyo
Presidente de la Red de Prioridades Argentinas
(Red PAR)