(Entrevista publicada en el diario Buenos Aires Económico, miércoles 17 de marzo de 2010)
Por Héctor Medina
Daniel Arroyo, el titular del Programa "Fuerza Solidaria" del Banco Provincia, aseguró que esta política de microcréditos permite articular el trabajo del Estado con entidades no gubernamentales para facilitar el acceso al financiamiento de trabajadores independientes que están marginados del sistema financiero.
–¿Cómo es la operatoria de “Fuerza Solidaria”?
–Es un fondo fiduciario de $30 M, que opera como segundo piso y transfiere a instituciones o asociaciones civiles tipo Cáritas, organizaciones sociales o empresas recuperadas, con el objetivo de que le puedan dar crédito a los pequeños emprendedores. La Argentina tiene del sector que trabaja un 40% en el sector informal, y ese sector tiene un tercio que es trabajo en negro; el resto son cuentapropista que no acceden al crédito bancario por falta de casa, por falta de auto, porque no califican para el crédito bancario y tienen un atraso tecnológico de unos diez años. Es un carpintero que no tiene una sierra circular, una señora que cose ropa y no tiene una máquina de coser adecuada.
–¿Esto ayuda a mejorar la empleabilidad de ese segmento de población?
–Mejora la empleabilidad en términos de capacitación pero también en cuanto a máquinas herramientas para esa gente. El monto promedio que se da a cada organización es de $300.000, el monto que le llega a la persona en general es de hasta $15.000; son créditos subsidiados con tasas del 6 al 8% anual. La idea es darle 75% del crédito a gente que está haciendo algo y se refuerce, y un 25% a gente que no tenía emprendimiento y se capitaliza por primera vez; a eso lo llamamos proyecto experimental.
–¿Cómo se seleccionan los proyectos?
–Esto se hace a través de las instituciones, porque la gente no toma crédito directamente con el banco; en general son instituciones sociales como Cáritas, que arrancaron desde lo social y se han orientado a lo productivo, o también instituciones grandes como empresas recuperadas que tienen 200 o 300 trabajadores, que en su momento quebraron, les quedó la propiedad a los trabajadores y en general les falta capital de trabajo, les faltan insumos.
–¿Recuerda alguna en particular?
–Muchas, hoy estamos trabajando con cuarenta y dos empresas de este tipo, casos concretos en Vicente López tenés a Constituyentes, que hace tubos y que está interactuando con su principal comprador que es Techint; los jugos Suin en el caso de la zona Sur, que también fue recuperada, o las pinturas Cintoplom, empresas que quebraron por dos situaciones: en parte importante, porque en el 2001 el país se quebró, y otras han sido quiebras fraudulentas, otras situaciones. Lo que hace la Justicia en este caso es darles primero el comodato, de forma de que los obreros puedan operar y después poder comprar la empresa. Una vez que tienen el comodato nosotros podemos empezar a operar con los trabajadores. No son sólo créditos de $5.000 para comprar un escáner, sino también de hasta $300.000 para este tipo de empresas.
–¿En esos casos también hay una entidad de por medio o directamente tratan con la recuperada?
–El esquema es entidad de por medio cuando hay un emprendedor “suelto”, o instituciones que en sí mismas toman crédito, como pueden ser una cooperativa eléctrica o este tipo de empresas.
–Es decir que con el crédito trabajan, devuelven, después pueden tomar otro crédito…
–Así es como funciona. En la provincia de Buenos Aires el gobierno y Lotería subsidian tasa, pero en todo el país hay alrededor de cuatro millones de personas en esta situación. Hoy la pobreza tiene tres características: pobreza extrema, las personas que no tienen lo básico, 900.000 jóvenes que no estudian ni trabajan, que es otro segmento muy crítico, y el mundo de la informalidad económica, que es pobre o no dependiendo de cómo funciona la construcción, los textiles, metalmecánica, frigoríficos, o el calzado, que son sectores que cuando hay una changuita pintan la casa o si no, no. Apostar a una política de reducción de la pobreza en la Argentina pasa por una política estructural a diez años, uno de cuyos principales componentes tiene que ser la política de microcréditos, y los únicos que los pueden sostener son el Estado o la banca pública porque esto requiere de mucha gente.
–¿Cree que habría que generalizar la política de microcréditos?
–El cuentapropismo es un elemento clave porque son los sectores que más posibilidad tienen de salir de la pobreza rápidamente. La pobreza muchas veces tiene que ver con la imposibilidad de acceder al capital.