(Publicada en el diario El Cronista, 26 de mayo de 2010)
Por Ignacio Olivera Doll
Ya no se trata de clientes de bajos ingresos. Ahora son los “más pobres entre los pobres”: argentinos que aprendieron a pasar sus noches en la calle, que desde hace tiempo viven debajo de la línea de indigencia, y que por primera vez en sus vidas necesitan saber cómo funciona una tarjeta bancaria y cómo administrar una caja de ahorro.
El deterioro social de la Argentina, en estos años, obligó a los bancos a enfrentarse a esta nueva realidad. Y la catarata de planes sociales que se fueron instrumentando en la era K, pagados casi siempre a través de tarjetas de débito, los empujó a “hacerse cargo” de las capas más pobres del país y a adaptarse a la dificultad de capacitarlas y “hacerse entender”.
En la Argentina del Bicentenario, circulan cerca de tres millones de tarjetas de consumo que fueron provistas por los bancos en el marco de algún programa de asistencia oficial. Son el resultado de un nuevo escenario social: según el último estudio de la UCA, hoy uno de cada tres argentinos vive debajo de la línea de la pobreza, y uno de cada ocho subsiste por debajo de la de indigencia. Las entidades destacan que, si bien este bajo poder adquisitivo resulta poco tentador para sus negocios financieros, el segmento muestra algunas buenas ventajas por la “masificación” y la “fidelidad” de los clientes. En el Banco Ciudad, por ejemplo, ya existe un proyecto destinado a bancarizar a gente “en situación de calle”. Y en el Provincia circula desde hace meses una propuesta para implementar un proyecto calificado como de “micro ahorro”, que consistiría en ofrecer una tarjeta bancaria a los más carenciados del país.
“Cada vez hay más planes sociales y, por ende, más necesidad de la gente a saber cómo usar una tarjeta de débito para cobrarlos. También hay cada vez más inseguridad: hay gente que tiene que cuidarse hasta de sus propios hijos para guardar sus ahorros, y encuentra muy buena ayuda para esto en una cuenta bancaria”, comentó a este diario Patricia García, que lleva esta iniciativa en el Banco Ciudad.
Su entidad envía periódicamente un grupo de trabajadoras sociales para visitar a los hombres y mujeres de bajos recursos que residen en el hogar ‘Renacer’, de Villa Luro. Ellas les explican cómo operar en cajeros automáticos, depositar y retirar dinero, hacer consultas de saldos y transferencias a otras cuentas, y les ofrecen una tarjeta sin ningún costo, llamada Moderban, que les permite todos esos beneficios. “Nos esforzamos por concientizarlos sobre dos cosas: el costo de no estar bancarizado y la confianza que pueden tener en los canales”, contaron. La tarjeta Moderban sirve para hacer compras con la devolución del 5% del IVA, y tiene las mismas promociones de sus competidoras: 10% de descuento en indumentaria, 10% a 20% en supermercados, 75% en espectáculos y 25% en restaurantes.
El Provincia es otro de los grandes bancos que en los últimos años debió confiar en sus empleados la capacitación de los beneficiarios de planes sociales. Montado en esa experiencia, el presidente del programa Fuerza Solidaria, Daniel Arroyo, tiene hoy en mente un plan de micro ahorro: “Sería sin ningún tipo de costo, y con alguna tasa de interés que permita al titular obtener algún retorno. El beneficiario debería poder cargarla con dinero en algún punto de recarga, o retirar el efectivo, y asegurar un rendimiento si mantiene el dinero depositado”, contó.
Quienes siguen de cerca las transacciones de los clientes más carenciados explican que el mayor obstáculo a sortear en estas iniciativas es la enorme desconfianza que tienen sobre el sistema financiero: “Tienen miedo de que el depósito no esté realmente, y por eso suelen extraer el dinero que tienen en la caja de ahorro y volverlo a depositar. Con eso comprueban que la plata está”, cuentan.
ver la nota completa en http://www.cronista.com/notas/232649-bancarizar-indigentes-el-ultimo-desafio-los-bancos-la-argentina-bicentenaria
Por Ignacio Olivera Doll
Ya no se trata de clientes de bajos ingresos. Ahora son los “más pobres entre los pobres”: argentinos que aprendieron a pasar sus noches en la calle, que desde hace tiempo viven debajo de la línea de indigencia, y que por primera vez en sus vidas necesitan saber cómo funciona una tarjeta bancaria y cómo administrar una caja de ahorro.
El deterioro social de la Argentina, en estos años, obligó a los bancos a enfrentarse a esta nueva realidad. Y la catarata de planes sociales que se fueron instrumentando en la era K, pagados casi siempre a través de tarjetas de débito, los empujó a “hacerse cargo” de las capas más pobres del país y a adaptarse a la dificultad de capacitarlas y “hacerse entender”.
En la Argentina del Bicentenario, circulan cerca de tres millones de tarjetas de consumo que fueron provistas por los bancos en el marco de algún programa de asistencia oficial. Son el resultado de un nuevo escenario social: según el último estudio de la UCA, hoy uno de cada tres argentinos vive debajo de la línea de la pobreza, y uno de cada ocho subsiste por debajo de la de indigencia. Las entidades destacan que, si bien este bajo poder adquisitivo resulta poco tentador para sus negocios financieros, el segmento muestra algunas buenas ventajas por la “masificación” y la “fidelidad” de los clientes. En el Banco Ciudad, por ejemplo, ya existe un proyecto destinado a bancarizar a gente “en situación de calle”. Y en el Provincia circula desde hace meses una propuesta para implementar un proyecto calificado como de “micro ahorro”, que consistiría en ofrecer una tarjeta bancaria a los más carenciados del país.
“Cada vez hay más planes sociales y, por ende, más necesidad de la gente a saber cómo usar una tarjeta de débito para cobrarlos. También hay cada vez más inseguridad: hay gente que tiene que cuidarse hasta de sus propios hijos para guardar sus ahorros, y encuentra muy buena ayuda para esto en una cuenta bancaria”, comentó a este diario Patricia García, que lleva esta iniciativa en el Banco Ciudad.
Su entidad envía periódicamente un grupo de trabajadoras sociales para visitar a los hombres y mujeres de bajos recursos que residen en el hogar ‘Renacer’, de Villa Luro. Ellas les explican cómo operar en cajeros automáticos, depositar y retirar dinero, hacer consultas de saldos y transferencias a otras cuentas, y les ofrecen una tarjeta sin ningún costo, llamada Moderban, que les permite todos esos beneficios. “Nos esforzamos por concientizarlos sobre dos cosas: el costo de no estar bancarizado y la confianza que pueden tener en los canales”, contaron. La tarjeta Moderban sirve para hacer compras con la devolución del 5% del IVA, y tiene las mismas promociones de sus competidoras: 10% de descuento en indumentaria, 10% a 20% en supermercados, 75% en espectáculos y 25% en restaurantes.
El Provincia es otro de los grandes bancos que en los últimos años debió confiar en sus empleados la capacitación de los beneficiarios de planes sociales. Montado en esa experiencia, el presidente del programa Fuerza Solidaria, Daniel Arroyo, tiene hoy en mente un plan de micro ahorro: “Sería sin ningún tipo de costo, y con alguna tasa de interés que permita al titular obtener algún retorno. El beneficiario debería poder cargarla con dinero en algún punto de recarga, o retirar el efectivo, y asegurar un rendimiento si mantiene el dinero depositado”, contó.
Quienes siguen de cerca las transacciones de los clientes más carenciados explican que el mayor obstáculo a sortear en estas iniciativas es la enorme desconfianza que tienen sobre el sistema financiero: “Tienen miedo de que el depósito no esté realmente, y por eso suelen extraer el dinero que tienen en la caja de ahorro y volverlo a depositar. Con eso comprueban que la plata está”, cuentan.
ver la nota completa en http://www.cronista.com/notas/232649-bancarizar-indigentes-el-ultimo-desafio-los-bancos-la-argentina-bicentenaria