Arroyo es un destacado académico, investigador y docente de FLACSO que en los últimos seis años se desempeñó en la función pública, como viceministro nacional de Desarrollo y luego en el homónimo ministerio provincial. Analiza el impacto de la asignación, la relación entre pobreza y endeudamiento, y propone un cambio cualitativo en las acciones estatales.
Id Metropolitano ¿Qué evaluación hacés de la Asignación Universal por Hijo pensada en clave de una historia de las políticas sociales en el país?
Daniel Arroyo: La asignación universal es una bisagra, un cambio sustantivo, en materia de política social. En primer lugar, porque agrega un nuevo derecho que no existía en la Argentina y, en segundo lugar, porque es un primer intento de política universal no focalizada. El derecho tiene que ver con que hasta acá la asignación la estaba cobrando el que tenía un salario o lo descontaba de ganancias. Eso tenía lógica cuando se creó en los años cuarenta y cincuenta cuando el 97% de los trabajadores estaba en blanco. Toda la protección social argentina se hizo pasar por el salario: la asignación, las obras sociales, la jubilación, el beneficio sindical, todo pasaba por el salario. La asignación establece un nuevo piso importante de ciudadanía. Habría que revisar algunas cosas: el tema que sólo los monotributistas sociales entren, que los que ganan más de 1500 pesos o los que van a colegios privados no entren.
IdM: ¿Qué impacto tiene sobre los sectores sociales más vulnerables?
DA: La asignación va camino a ser una transferencia de 7 mil millones de pesos. Con ese ingreso, la gente va a comprar al mercado de la esquina. Un efecto secundario tiene que ver con alentar la economía local. Nosotros implementamos en la provincia de Buenos Aires la tarjeta Alimentos e implementamos una asignación para chicos de 0 a 6 años (,) y, tenemos estudiado que la gente consume cerca de su casa. Sobre qué impacto tiene sobre la pobreza, creo que hay tres factores para pensar qué va a pasar con la pobreza en la Argentina en los próximos años. En primer lugar, cuánto se extiende la asignación. La segunda cuestión es la inflación, tenemos un 25, 30% de inflación en alimentos, que es lo que más consumen los pobres. En tercer lugar, la reducción de la pobreza va a estar vinculada en la Argentina con la cantidad de empleo que genere la construcción, el sector textil, el calzado, el metalmecánico, las curtiembres y los frigoríficos. Esos seis sectores incluyen a los jóvenes con menor calificación, a los pibes sin el secundario completo.
IdM: También la asignación impacta positivamente sobre educación y salud. ¿Creés que la asignación viene a complementar otras intervenciones que se han hecho desde el Estado tendientes a mejorar la situación de los sectores más vulnerables?
DA: El problema de la pobreza tiene varios componentes. Si debo describir el perfil de la pobreza en la Argentina, tenemos un 10 o 12% de pobreza extrema en la Argentina, los que no tienen las condiciones mínimas. Después está la informalidad económica, el principal problema ahí es la falta de capital, de dinero. Tercero, la desigualdad, que es el origen de la violencia en la Argentina. Cuarto, los 900 mil jóvenes que no trabajan ni estudian. En el Conurbano, hay alrededor de 400 mil. Quinto, los grandes centros urbanos. El Gran Buenos Aires requiere una dinámica de tratamiento específica, hay 11 millones de personas en menos del 1% del territorio nacional. Por último, la red de organizaciones sociales que está muy quebrada, hoy tenemos más Estado que sociedad civil. Claramente, la Argentina tiene pobreza por falta de capital. Hay un fenómeno muy complicado que está pasando en el Conurbano que tiene que ver con que la gente se está endeudando, pasa por Crédito Fácil o Crédito Ya y con la fotocopia del documento saca un crédito al 170% anual. Cuando no puede pagar se vuelve a endeudar. Hay una relación compleja entre pobreza y endeudamiento. De allí la importancia del crédito, de los microcréditos para emprendimientos.
IdM: Y si pensamos la pobreza acotándola al Gran Buenos Aires, ¿Qué panorama tenemos?
DA: El primer problema básico es el hacinamiento que es la primera causa de la violencia y la tensión. El pibe se va de la casa y va a la esquina. En la esquina consume, y para consumir se endeuda. Cuando se endeuda algún vivo le plantea alguna idea, que salga a robar, por ejemplo. Cuando eso ocurre toda la clase política y los medios lo señalan como responsable de la inseguridad. Para mi el foco del problema es el hacinamiento. El segundo es el tema de la pobreza con endeudamiento que recién comentábamos. El tercero, es la carencia en los servicios públicos, aunque se ha avanzado mucho en esta década. Por último, definir qué polos hay productivos hay que apoyar para que se incluya por el mundo del trabajo.
IdM: Me detengo en esa relación entre pobreza y endeudamiento. ¿Tenés alguna cifra sobre el fenómeno?
DA: No tengo las cifras de cuánta gente se está endeudando. Sí tenemos en claro que hay 4 millones de personas en la Argentina, una buena parte vive en Conurbano, que trabajan y no acceden a crédito bancario. Los microcréditos vinculados al Estado llegan a doscientas mil personas. Hay 3,8 millones que no acceden a crédito “oficial” y en ese universo están los que se endeudan de otra forma.
IdM: ¿Cuánto ha repercutido en mejorar la calidad de vida de los habitantes del Conurbano las diferentes acciones del Estado, pienso en la ampliación de cloacas, agua y viviendas?
DA: En el conurbano, la vida diaria de las personas tiene dos dimensiones. Por un lado, está la vivienda y los servicios básicos. Al ritmo que vamos, que es mayor al de otras épocas, necesitamos una década para que el 60% tenga agua y cloacas. Está claro que hay un problema de escala. El conurbano tiene un tema de superpoblación, se incrementan los servicios pero también la cantidad de habitantes. Por el otro lado, están los transportes, las personas no sólo viven en una casa de material o no, sino también que viaja en trenes, colectivos, subte y eso genera malhumor. Noto mucho malestar en la vida cotidiana que genera mucha tensión. Está mejor que en 2003 pero en la vida cotidiana convive con servicios muy poco amigables.
IdM: Vuelvo a la asignación, muchas veces se la señaló como contradictoria con la construcción de una cultura del trabajo, ¿cuál es tu impresión?
DA: No hay ninguna contradicción. Es un derecho de los chicos. En la práctica estaban cobrando la asignación los que ya trabajaban, era un derecho al revés. Puede ser más discutible con los programas de empleo. Con la asignación no. No se está creando un derecho para un sector, sino que ese sector estaba excluido de ese derecho. No hay ninguna tensión.
IdM: El Estado, la ANSES, han resuelto bastante bien la implementación de la asignación, contra lo que se suele decir sobre una supuesta ineficacia estatal…
DA: Tenemos poco Estado para la complejidad de problemas que hay en la Argentina. Faltan instrumentos y procedimientos. La ANSES es la gran base de datos de la Argentina. Lo que viene de acá en más, es buscar a los pobres extremos, y eso no es una tarea del ANSES. Está claro que ANSES funciona muy bien.
IdM: Se ha destacado la asignación en relación a otros grandes programas latinoamericanos…
DA: Una intervención muy grande es el Plan Oportunidades en México. Se buscó que los chicos vuelvan a las escuelas, se hizo en las zonas rurales. No fue un programa universal, fue exitoso. En Brasil, el Programa Familia es parecido, es más ambiciosa porque incluye microcréditos, capacitación, etc. El argentino es el que avanza hacia la universalización. Tenemos muchos programas y políticas sociales que van por diferentes lugares, falta mayor articulación. Es lo que viene. En términos relativos es el más grande de América Latina.
IdM: Decías que la asignación daba cuenta de un cambio cualitativo de las intervenciones públicas, que da cuenta de una nueva Argentina, de nuevos problemas. ¿Qué otras acciones estatales están haciendo falta?
DA: Lo que se ha hecho hasta al momento yo lo reconozco como un piso. Hasta ahora se ha trabajado de manera artesanal, pos crisis. Lo que viene son nuevas intervenciones. Una de ellas, deberá apuntar a los 900 mil jóvenes que no trabajan ni estudian. Eso requiere dos mil millones de pesos anuales. También hay que modificar el sistema secundario. Hoy un chico abandona a los 11, vuelve a estudiar a los 15 y vuelve con los pibes de 11. Eso no puede ser. Hay un tema, entonces, que se llama jóvenes. Otro gran tema, es grandes centros urbanos. El Conurbano, ni hablar. Se necesitan fuertes inversiones, la Argentina es inviable si no hay en el GBA una fuerte inversión. Lo mismo para Rosario y Córdoba. Lo tercero que es importante es la definición de sectores productivos estratégicos que incluyan a miles de personas.
IdM: ¿Cuál es tu visión sobre el programa Envión que se desarrolla en la provincia?DA: Va en la dirección correcta, incluye becas, es valioso, tiene un problema de escala. Todo va en la dirección correcta pero falta una inversión gigantesca. Mi hipótesis es que la Argentina va a crecer durante cinco o seis años, todas las variables macroeconómicas son positivas para Argentina, Brasil, Chile. Entonces, lo que no hagamos en los próximos años, con una Argentina en crecimiento, no se va a hacer más. Hay que acelerar, no es tiempo de pruebas pilotos. Es necesario un salto de escala muy fuerte. Intento promover eso.
IdM: ¿Qué evaluación hacés sobre lo que fue tu paso por la administración pública, viniendo desde la academia?DA: Fue un paso importante, estuve cuatro años como viceministro de Desarrollo nacional y dos en provincia de Buenos Aires. Quería ir a la provincia. Se hicieron transformaciones grandes, como el programa Alimentos. Haber instalado el tema productivo, de microcréditos, como parte de las políticas sociales, también es importante, al igual que haber empezado a universalizar las políticas sociales. Fue un paso positivo.
(ver la entrevista en www.metropolitana.org.ar)